Estamos de acuerdo en que la única manera de luchar contra el virus chino fue, desde un comienzos, la cuarentena primero y el aislamiento parcial luego. Y al tiempo que los resultados iban conociéndose y arrojando un panorama cada vez más claro, fuimos estableciendo variantes que permitieron una reapertura escalonada y selectiva de actividades. Hoy estamos en un grado de recuperación considerable de la antigua normalidad y aunque la meta se vea lejana, vamos en camino y con logros parciales que nos permiten transitar un camino de firme y paulatina restauración de las actividades económicas, sociales y recreativas que dan sentido a la vida.
Todas las actividades… menos la educación. El ministerio de Educación firmó la rendición hace ya tiempo, prácticamente en el arranque mismo de la pandemia. Cerró las escuelas, inmovilizó personal y redujo el proceso educativo al que por propia pudieran llevar adelante maestros, alumnos y padres de familia. Las clases se limitaron a sesiones de whatsapp, de zoom o de las pocas herramientas digitales disponibles para continuar el proceso con la menor pérdida posible del año académico.
Es evidente que la jerarquía del MEC, comenzando por su ministro, tomó distancia de la catástrofe que cayó sobre la educación y dejó fluir las cosas. Que sepamos, no hay gabinete de emergencia, ni de crisis ni de evaluación del impacto que va a tener sobre más de dos millones de niños y jóvenes la pérdida de un año académico entero.
Como en los barcos impactados por un temporal, ¿hay en el MEC un equipo de control de daños? Y si lo hay, ¿será capaz de emitir informes de evaluación antes de fin de año? ¿Cuál será la estrategia a implementar para cerrar brechas, achicar la inundación y recuperar, en alguna medida ya que toda es imposible, la navegabilidad de la nave educativa?
Al Gobierno le falta capacidad de gestión y coraje cívico para generar alternativas de enseñanza más allá de la que ofrecen las redes sociales. Uruguay ha vuelto a las aulas con protocolos severos y aislando con cuidado los focos de contagio remanentes. Ecuador está implementando un plan piloto de retorno a la enseñanza presencial sujeto a monitoreo. Chile también lo hace a nivel terciario…
Aquí, ni siquiera hablamos del tema, porque el capitán del barco ha saltado por la borda ni bien se declaró la emergencia.
