Había una vez un Presidente al cual le tocó Gobernar en medio de una Pandemia desconocida por el Mundo entero, y allí él, asustado por un pueblo que comenzó a levantar la voz, parado frente a las cámaras, les dijo iba a achicar el Estado… y después su nariz creció, creció y siguió creciendo, hasta que el pueblo se olvidó de las promesas. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Ojalá esto fuese un cuento, pero lo vivimos en carne propia. Hasta ahora recuerdo a ese hombre parado, diciéndonos que se debía achicar el Estado, que nadie ganaría más que el Presidente. Pensamos que la Educación y Salud, ambas paupérrimas, serían prioridad; que el derroche y la sobre facturación se terminaban. Pero no, y como a las palabras se las lleva el viento, comenzó a soplar ese viento norte pesado, agobiante, con más promesas sin cumplir.
Mientras el pueblo paga impuestos, que si bien son los más bajos de la región y alrededores, en un 90% están mal gastados por aquellos a los que les pagamos seguros VIP, combustible (aunque trabajen desde sus casas), servicios básicos y no tan básicos como ayuda vacacional o ayuda por hijo, bonificaciones por presentismo (si, les pagan por ir a su trabajo) y más ridiculeces de gastos que pagamos a estos y a sus amados funcionarios que se rascan, pero los votan. Mientras a otros funcionarios les pagan el mínimo, sin beneficios y trabajan por los zánganos bien pagados. ¿Y saben qué? Jódanse, porque ustedes no se quejan y apañan el sistema.
Y hay más mentiras y mal gasto de este Estado inoperante lleno de déficit y de bolsillos abultados. ¿Será que en el 2023 reaccionaremos? ¿O qué la oposición dejará de bailar con los derrochadores y presentará un candidato digno? Y que colorín colorado, este cuento de “voy a mejorar el país” se haya acabado.