Nos permitimos disentir amablemente con la gremialista de las mipymes quien, entrevistada por EI, solicitó dos cosas: reducción de tasas, impuestos y aportes patronales en un 50% hasta fin de año o recorte de los salarios de funcionarios públicos a la mitad.
Primero, las cargas impositivas y el aporte al IPS debieran ser exonerados en un 100%. Y al mismo tiempo, facilitar a las mipymes un programa crediticio rápido y efectivo con fondos baratos y con largos periodos de gracia. Eso se está haciendo en todo el mundo. No hay otra manera de restaurar la salud del complejo tejido de empresas unipersonales, de pequeño y mediano porte que se está llevando la peor parte en la brutal contracción que sufre la economía.
Por otro lado, la mejor manera de alivianar la carga salarial que arrastra el Estado paraguayo es acabar con el PGN como fondo financiero de la política bastarda. Recortar los salarios públicos a la mitad sólo provocaría grandes injusticias y desequilibrios y dejaría intactos e impunes a los mantenidos de los grandes caciques que infectan la función pública. El propio ministro de Hacienda ha reconocido que el Estado podría funcionar con un tercio menos de los 300.000 y pico de funcionarios que hoy dependen del PGN.
Eso significaría ahorrarle al tesoro el equivalente a US$ 3.230 millones por año, suma que duplica el total de lo que el Gobierno está gastando en su plan de emergencia. De manera que, dinero hay, lo que falta es decencia, coraje político y valor ciudadano para administrar con sabiduría y prudencia.
El Estado está lleno de oficinas inútiles que gastan montañas de dinero cada día. Ayer demostrábamos en este mismo espacio cómo es posible ahorrar de un plumazo más de Gs. 300.000 millones cerrando un montón de organismos que no cumplen ninguna función, mandando a su casa a verdaderos regimientos de empleados públicos innecesarios.
La administración del Estado debe quedar a cargo de personal cualificado, de carrera, que ocupe funciones expresamente requeridas. El servidor público tiene derecho a ganar un salario apropiado a su formación, su experiencia y a la importancia de la tarea que se le encomiende.
Es hora de darle al Estado un antiparasitario potente y efectivo. Es una misión para el Presidente de la República y su equipo de trabajo. No es tarea fácil, pero alguien debe hacerla.