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Palabra desatendida

“El limite de tu mundo es el límite de tu lenguaje” decía Wittgenstein, el filósofo  austriaco y tenia razón. Los tiempos han cambiado y hoy la palabra ha sido proscripta, limitada o exiliada. Desafortunadamente ahora  se da con esta  herramienta humana importante para poner en común una idea. La olvidada palabra que establecía contratos de cumplimiento obligatorio y fortalecía las relaciones hoy debemos explicarlas en gestos y símbolos.

Las cartas escritas son el pasado y los carteros elementos inentendibles para muchos. En los programas de radio   se escuchaban largas y entretenidas entrevistas no cómo  hoy cuando al encender dicho aparato o ir al dial por el teléfono el  locutor parece estar corriendo un bólido de  fórmula uno sin la capacidad de conectar los términos usados con la idea deseada de comunicar o música que esté en su lista a emitir, .

La palabra debe sonar  dicen en el lenguaje radial pero todo se reduce a una conversación entre el operador y locutor sin tener en cuenta quién los pudiera escuchar. Al final tampoco importa mucho.  Para tener un mejor manejo, comprensión y vocabulario es preciso volver a la  la lectura. Los paraguayos leemos muy poco, menos de 25 páginas de un libro y con eso no podemos tener más que un limitado horizonte expresivo. Las cosas se limitan más en un país bilingüe donde una estanciera brasilera quiere imponer el uso obligatorio del portugués o del español yendo en contra del otro idioma nacional: el guaraní. Ahí vemos que la palabra también es soberanía.

Es es momento de recuperar la  palabra para hacer realidad aquello del “verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.  Somos cómo nos expresamos y con ello definimos nuestros límites. Debemos entender esa lógica y actuar en consecuencia. Ser el “kuimaba´e o dueño de su lengua en nuestro expresivo guaraní es incrementar nuestros límites y darle sentido a la Nación de la que somos parte

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