@peztresojos – Emprendedor y Comunicador Social
Internet se ha prestado a muchas cosas en este tiempo, desde la cantidad de tiempo ocioso que tiene la gente debido a la cuarentena, hasta la avidez de tener información fresca todo a toda hora. Algunos registros hablan de un aumento de hasta el 65% en el uso de datos móviles. Este consumo puede tener diversos impactos, entre ellos y quizás el más común es la ansiedad que genera esta emergencia sanitaria global. Mercados desplomándose, personas saturando los sistemas de salud más sólidos del mundo, una tasa de mortandad que crece y muchos miedos que florecen sobre la realidad del trabajo, las empresas y como nos posicionaremos ante esta nueva manera de vivir.
Me encontré en varias redes sociales con una gráfica que decía “Si no sales de esta cuarentena con un libro leído, una habilidad nueva, un negocio nuevo o más conocimiento que antes, nunca te faltó tiempo, solo disciplina”.
Si bien suena poético, aspiracional y muchas personas tienen el privilegio y la disciplina de poder realizar estas acciones, muchísima gente se encuentra pasando sus horas más oscuras: personas que han perdido sus negocios, sus trabajos, su manera de llevar alimento a la mesa, personas angustiadas por guardar reclusión en soledad, familias en situación de hacinamiento y la incertidumbre de quienes están al borde de la quiebra.
Estoy de acuerdo con que es obligatorio aprender algo de la situación, pero no durante la situación, bienaventuradas las personas que su único problema es no poder salir de su casa, se encuentran en un segmento muy privilegiado a nivel mundial, no solamente local. Pero los privilegios o facilidades que podamos tener no pueden obligar a todos a tener un exceso de aprendizaje y productividad en momentos de una crisis global que de por sí genera muchas preguntas sobre la manera en que comportará el mundo luego de superar esta crisis. No tenés que escribir un libro, simplemente velar por la salud de los tuyos y la propia, ver qué aprendizaje puede dejarte esta situación.