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¡No es normal!

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A pocos días de haber iniciado el año escolar, la vitrina de la casa central de la librería Maita no solo muestra útiles y libros que acompañan a los pequeños su día a día; sino que baldes, escobas, repasadores, y otros elementos que se utilizan en los quehaceres domésticos, están expuestos para enviar a toda la población un mensaje contundente.

Mientras aproximadamente 1.200.000 niñas y niños en todo el país comenzaron sus actividades escolares; miles, principalmente niñas, postergan esta etapa por realizar trabajos domésticos bajo el régimen del criadazgo.

Ante esta realidad, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, conjuntamente con Global Infancia, y con el apoyo del Fondo Canadiense para Iniciativas Locales (FCIL) en Paraguay, llevan adelante la iniciativa “#NoEsNormal. Si estás a favor del criadazgo no estás haciendo un favor”, que busca prevenir los riesgos a los que están expuestos los más chicos.

La campaña se realiza en el marco del proyecto “Creando vínculos de prevención y protección, fortalecimiento de las organizaciones de niños, niñas y adolescentes organizados e instituciones para la prevención del trabajo infantil doméstico”. El objetivo es desalentar la práctica del criadazgo divulgando las condiciones dañinas en que se encuentran los niños, niñas y adolescentes que viven en dicha situación, la manera cómo estas transgreden sus derechos e interfieren en su desarrollo como personas.

Mariela Gómez directora general de protección a la niñez y la adolescencia del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, comentó que 47 000 niños y niñas están en esta situación, los cuales hacen al 2,5% de esta población del Paraguay. Además, la mayor parte se concentra en el interior del país.

“Desde el Estado estamos trabajando fuertemente para la erradicación del trabajo infantil.  El Ministerio, como eje principal, está capacitando a los padres, algo que va a ayudar a disminuir estos números. El ciradazgo está entre las 26 peores formas de explotación infantil, y muchas veces viene a raíz de la falta de trabajo de los padres, por eso apostamos por la capacitación e intermediación laboral de los mismos.

“Queremos desnaturalizar esta práctica. Esperamos que la gente tome conciencia de que esta mal», afirmó Gómez.

Por su parte, Marta Benítez, directora de Global Infancia, mencionó que el primer paso es que la ciudadanía esté sensibilizada, estamos llevando a cabo capacitaciones de manera que las consejerías municipales puedan generar una respuesta más integral, ya sea en el hogar donde estas niñas residen o en las familias donde se encuentran las futuras niñas que serán explotadas, se trata de llegar antes de que estos hechos ocurran.

Mano de obra gratis o barata

Bajo el argumento de querer ayudar a una familia de escasos recursos  económicos a cubrir la crianza y educación de sus hijas e hijos, el criadazgo los convierte en un objeto de intercambio, proporcionando mano de obra gratis o barata sin que se cumplan las mínimas garantías de protección y promoción de su desarrollo. De esta manera, el criadazgo se convierte en una de las peores formas de trabajo infantil y en la mayoría de los casos las niñas, niños y adolescentes no reciben una paga por sus servicios, sino apenas techo y comida, en un ambiente inapropiado para su bienestar.

La BBC publicaba tiempo atrás un material bajo el título: Criadazgo, la cuestionada práctica de los paraguayos que «adoptan» niños como empleados domésticos. En el material se expone esta práctica social aceptada durante décadas.

Con tan solo 10 años, Tina Alvarenga fue enviada por sus padres a vivir a la casa de una familia pudiente de Asunción, la capital de Paraguay, a unos 800 kilómetros del hogar familiar, donde aún vivían cinco de sus seis hermanos.

«Cuando llegamos a la casa nos abren la puerta principal pero, al ver quiénes éramos, la señora dijo que teníamos que entrar por una puerta lateral, por una entrada de servicio. Eso me impactó porque yo quería entrar por ese zaguán tan bonito que había visto», le cuenta Alvarenga a BBC Mundo.

«A partir de entonces supe lo que significaba no pertenecer a un lugar, a una clase social, a un barrio, no pertenecer a nada», agrega.

Durante 8 años, Alvarenga vivió en esa casa en una situación que en Paraguay se conoce como criadazgo, una práctica por la cual las familias pobres mandan a sus hijos como criados a casas de familias con más recursos a cambio de que se hagan cargo de las necesidades básicas del niño y les permitan obtener una educación.

UNA PRÁCTICA ANTIGUA

Según cifras oficiales, se estima que en Paraguay hay unos 47.000 niños y adolescentes que viven en situación de criadazgo. El Estado paraguayo ratificó el convenio 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil que incluye, entre otras, la servidumbre por deuda y las prácticas análogas a la esclavitud. Asimismo, mediante la ley N°5407/2015 prohíbe expresamente el trabajo infantil doméstico para personas de menos de 18 años de edad.

Según la “Encuesta nacional de actividades de niños, niñas y adolescentes 2011”, 46.993 niñas, niños y adolescentes en Paraguay se encuentran en situación de criadazgo, lo que representaba el 2,5% del total de la población infantil del país.

De acuerdo a un estudio de la organización Luna Nueva, casi el 90% de las adolescentes explotadas sexualmente fue previamente trabajadora infantil doméstica, sometida a maltratos verbales y físicos, además de abuso sexual.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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