“Mudar o alterar algo, introduciendo novedades” (RAE) ya es un desafío importante cuando de innovar se trata. Pero si además debemos hacerlo en digital, “creando, presentando, transportando o almacenando información mediante la combinación de bits”, el panorama se torna mucho más complejo y provocativo. ¿Estamos preparados para semejante escenario?
Depende de si se es nativo digital o inmigrante adaptado. Si Ud. nació después de 1990 ha llegado a este mundo naturalmente digital. La informática, las redes, el “streaming”, los mass media y hasta el lenguaje diario son puramente digitales. En cambio, si Ud. tenía de 35 para arriba al llegar la década de los ’90, el tren ya estaba en marcha y ha debido iniciar un trabajoso transbordo desde lo analógico hacia lo digital. El proceso no ha sido fácil y a no pocos los ha dejado de a pie.
Ser digital, o vivir en digital, es algo más que dominar las funciones de un Smartphone, navegar con soltura internet o saber cómo y dónde encontrar las mejores películas, series y videojuegos. Prácticamente todos los órdenes de la vida diaria han sido invadidos por el mundo informático creando nuevos servicios, espacios de trabajo y hasta empleos totalmente nuevos.
El homebanking ha reemplazado el viaje al banco para depositar dinero, sacarlo o tramitar algún crédito. El homeworking ha transmutado la forma de trabajar convirtiendo la casa en oficina y haciendo más accesible el multiempleo. Los servicios se pagan online y un viaje se organiza por la misma vía cubriendo todas las posibles variables.
Treinta años de evolución digital equivalen a siglos o milenios de avances “a la antigua”. Hoy todo es vertiginoso y cada 24 horas nace una nueva forma de hacer algo, desde diseñar un “automóvil concepto” hasta producir vía impresora 3D algún artefacto de uso personal, por ejemplo, una prótesis. A un inmigrante digital estas cosas no dejan de asombrarlo mientras que para un nativo es moneda corriente. Y hay que decirlo: hablamos de una población de casi 4.000.000 de paraguayos que se mueve en un mundo en permanente evolución.
La nueva generación de líderes debe entender que para construir ese nuevo mundo, tendrán que ir acostumbrándose a pensar en digital. No hay otro camino. El apagón analógico ya está aquí y hay que estar preparados para un salto turbulento.
Y como todavía gobiernan los “inmigrantes digitales”, las cosas se pondrán difíciles.