Socialista. Feminista. Comunicadora. Presidenta del PMAS.
Pasan los días de encierro y aislamiento social y van surgiendo más y más dudas ¿Nos vamos a enfermar? ¿Vamos a sobrevivir para contarles a nuestros nietos/as? ¿Qué otra medida de prevención podemos adoptar? ¿Qué está pasando afuera? ¿Qué está pasando adentro? ¿Cuándo en serio el Gobierno empezará con las medidas paliativas? ¿Por qué para los pobres solo hay violencia y humillación? ¿Nuevamente los trabajadores y las trabajadoras, quienes con muerte, enfermedad, hambre, desempleados, precarizados seremos quienes paguemos esta crisis? ¿Cuál será el aporte de los más ricos en esta crisis?
La clase trabajadora, históricamente en situación de pobreza, entró en cuarentena sufriendo ya una crisis económica, los ingresos ya no alcanzaban para llegar a fin de mes. Urgen medidas de protección social para evitar el hambre generalizado.
Las autoridades de Vigilancia Sanitaria advirtieron lo que venía con la pandemia y creo que la mayoría aquí sabemos lo colapsados que siempre están los servicios de Salud Pública, nunca tuvimos terapias, ni camas, ni respiradores, ni personal de blanco suficientes, así que ante tamaña calamidad nada mejor que encerrarnos en casa.
Pero para que todas las personas nos quedemos en casa el Gobierno debe garantizar una vida digna mínima; comida, techo y servicios básicos.
Tuvimos una semana de nada de pan y mucho circo; policías y linces arrestando, persiguiendo, grabando y humillando a pobladores de barrios pobres, mientras al día de hoy no hay mecanismos claros de apoyo del Gobierno para los sectores mayoritarios de la población paraguaya.
Salió la esperada Ley de Emergencia con poco que festejar para la clase trabajadora; migajas y mucho endeudamiento. Un subsidio de 550.000 guaraníes para los informales, exoneración de pago de servicios de ANDE, ESSAP y COPACO para los que menos usan y refinanciamiento de pago de servicios básicos y de créditos, que comenzaremos a sentir en junio o julio, y saldremos de nuestras casas con más deudas de las que teníamos al principio del encierro. Seguiremos los trabajadores y las trabajadoras pagando nuestras deudas particulares y las de Estado.
Por cierto, ninguna carga impositiva nueva para los que más tienen, los privilegiados de siempre seguirán acumulando riqueza, saludables, esperando en sus mansiones que pase la pandemia.
La crisis es una oportunidad dicen, pues tomemos ese mensaje y que nos sirva para abrir los ojos y apuntemos, en serio, a la construcción de una nueva sociedad, más humana, más digna.