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Tiene a mano la solución para Tacuatí y no la emplea

Lo malo de una obra de infraestructura vial fallida es el daño colateral que provoca. Un claro ejemplo es el puente sobre el arroyo Lorito que dejó aislada la localidad de Tacuati, en el departamento de San Pedro. El inoportuno derrumbe, aparte de su costo en vidas, significa un tapón a las actividades económicas de las cuales vive esta comunidad de no mas de 11.000 habitantes. Los pobladores del distrito no se quedaron a esperar que el Estado les resolviera el problema.

Pusieron manos a la obra y con una cosecha de maíz por recoger y transportar a los centros de consumo y comercialización, muy pronto improvisaron primero una pasarela peatonal y luego un puente sobre gruesos troncos que les permitió mover costosa maquinaria agrícola con la cual recoger la cosecha a punto.

Tacuatí es considerado uno de los distritos más pobres de San Pedro. Depende casi exclusivamente de la agricultura y la ganadería. Su núcleo urbano tiene unos 3.000 habitantes y el resto de su población se distribuye entre 19 compañías y media docena de asentamientos dedicados principalmente al cultivo de maíz, girasol, tabaco, caña de azúcar, soja y trigo. Este panorama define lo crítico que es el transporte para comunidades que se mantienen produciendo comida para consumo propio y para su colocación en el mercado. Lo peor que le puede pasar a un núcleo urbano-rural como este es quedar aislado. Que es precisamente lo que le ocurrió a Tacuatí, que deberá esperar que un Estado con nula capacidad de respuesta rápida le solucione un problema para el cual los pobladores improvisaron, como queda dicho, una solución parche cuya permanencia dependerá de que no haya lluvias torrenciales en los próximos meses.

No queremos pasarnos de sabihondos, pero el problema de Tacuatí se soluciona con un puente tipo Bailey, tecnología desarrollada durante la II Guerra Mundial que en el Paraguay ha sido adaptada por industrias metalmecánicas locales capaces de producir estructuras modulares aplicables a cada necesidad. Obras Públicas ya trabaja con esta tecnología y no se alcanza a entender porqué tanta demora en solucionarle a Taucuatí su drama de aislamiento.

Perdón, sí se explica. Para los burócratas, tardar seis semanas o seis años es lo mismo. Para un pequeño productor, una semana de atraso puede significar perder toda una cosecha.

Saquemos cuentas.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.