Cuando las cosas vuelvan a la normalidad en el Ministerio de Educación es posible que, ya en manos idóneas, la cartera abra sus mecanismos de evaluación y sepamos cómo sale de la pandemia.
Hasta el momento, todo lo que tenemos en la materia es el trabajo minucioso pero insuficiente de organizaciones del sector privado que se preocupan por medir los trastornos causados por el virus en nuestras vidas.
Desde el arranque mismo de la emergencia sanitaria, con las escuelas cerradas, los niños recluidos y los maestros fuera de la rutina normal, tanto 5Dias como El Independiente sostuvimos que el celular o Smartphone era el instrumento apropiado para intentar un enlace entre los distintos componentes de la comunidad educativa. No era el mejor pero sí el más extendido y que mejor manejan especialmente los niños y adolescentes.
Naturalmente, el instrumento sería eficaz para una determinada porción de materias de la malla curricular pero jamás reemplazaría las clases presenciales. Las razones son muchas pero la más esencial es que la escuela no es sólo un sitio de instrucción sino también un espacio de socialización, de creación de vínculos imposibles de lograr virtualmente. La pandemia introdujo una grieta muy profunda en esta mecánica, la cual solo se va a cerrar cuando las aulas se reabran totalmente y se recupere la vida escolar plena.
Pero mientras tanto, el Smartphone es el enlace entre alumnos, profesores, maestros, directores y padres. Según el observatorio CDIA Observa, más del 83% de los consultados utiliza el Smartphone como instrumento para realizar la tarea escolar.
WhatsApp es, en este esquema, un auxiliar muy eficiente dada su ductilidad para transportar fotos, videos, audios, gráficos y textos. Los límites de la conectividad están dados por un lado por el nivel socioeconómico de algunos estratos, agravados por el desempleo, y también por la escasa cobertura en especial en áreas rurales.
Estos datos son material valioso para diagnosticar la realidad que nos deja la pandemia y para cimentar una estrategia de aquí en adelante. Entrado el penúltimo mes del año académico, el silencio oficial del MEC es ominoso. Deja a toda la comunidad a oscuras sobre cómo se va a cerrar 2020 y, sobre todo, cómo se abordará 2021.
Si no hablan ahora, ¿cuándo lo harán?