Este viernes 30 de julio se recuerda el Día Internacional de la Amistad. La misma fue creada por Artemio Bracho, quien falleció hace un mes (24 de junio) a sus 96 años. Sin embargo hay que saber diferenciar la mal llamada “amistad política” de lo que sería un cómplice.
En nuestro país, la amistad en la política va mucho más allá que el afecto mutuo y desinteresado. Analistas explican los beneficios y consecuencias de tener un cómplice político en Paraguay.
Estela Ruiz Díaz, periodista y analista, explica que la amistad es una virtud, un sentimiento desinteresado, donde hay confianza y lealtad. Mientras que la política es justamente todo lo contrario; es interés puro.
“Decimos que ‘Paraguay es el país de los amigos’, no en relación a esa virtud sino al vicio. Tener un amigo político garantiza muchas cosas, ejemplo conseguir trabajo (en el Estado), una cama en el hospital, eludir las reglas, puentear instituciones. El amiguismo se fortalece con la debilidad de las instituciones. Ya lo decía el genial Helio Vera, el amiguismo en Paraguay es una relación con rituales de mafia”, explicó.
Para Ruiz Díaz, ser amigo de un político no necesariamente implica ser un “hurrero” (ferviente seguidor) del mismo.
“No necesariamente, pero hay que tener estómago de acero y mucha tolerancia. Es muy difícil mantener una amistad sincera, porque en algún momento uno, como amigo, cuestionará las acciones de su amigo político o censurará sus decisiones. Incluso cuando hay intereses, hay choques. Lo que unió la política, la política separará…y lo volverá a unir”, explicó.
Para la analista, este prebendarismo es muy difícil de erradicar ya que de ella está cimentada la política nacional.
NO HAY AMISTAD
Finalmente la periodista explicó que en la política no existen amistades sinceras y que todo es coyuntural.
“‘Pea ñane amigo’ es una frase típica de los colorados. Eso significa que hay que defenderlo, protegerlo. Es toda una “filosofía”. No hay amistad en la política, hay intereses, objetivos comunes”, dijo finalmente.
CASTIÑEIRA
Selva Castiñeira, analista política, explicó que este tipo de influencias políticas afectan a toda Latinoamérica y no solo a Paraguay.
“Max Weber (sociólogo alemán) decía que esta costumbre debía ser erradicada como gobierno. Las acciones deben ser destinadas a la colectividad. Pero estas ideas están lejos de las prácticas”, lamentó.
Para la analista, el político se encuentra en deuda e ingresa a una red de prestaciones y contraprestaciones. Algo que por lo general nunca acaba.
“En Paraguay sucede esto. Es una costumbre que no tiene fin. En el Congreso, en la Justicia misma. Capaz existan políticos con buenas intenciones pero si no estás con la mayoría no servís como político”, señaló.
MENSAJES DE DÉCADAS
La analista lamentó que a los niños se les inculca que para trabajar para el Estado se deba contar con un amigo político. Con esto se transmite el mensaje que el mérito no es suficiente.
“Ya nos crían con esa mentalidad. Este prebendarismo que es uno de los mayores problemas junto con la pobre educación lo que impide crecer a nuestra sociedad”, comentó.
Señaló que es imposible erradicar este mal. Lo que se puede hacer es solo disminuirla se puede disminuir. La única manera es que la ciudadanía reclame que los espacios sean ocupados por gente preparada y no por seguidores políticos.