Por: @NataliaMM1009
Realizando el análisis de un texto en forma coloquial, a modo de comprensión del significado de la masculinidad y la feminidad, que abarca de un amplio contenido y de mayor tiempo de profundización, desde sus mismos orígenes.
El concepto de la masculinidad, se ha visto como la superioridad y de poder del hombre sobre la mujer, orientado a los tratos arbitrarios y al machismo; sin embargo, debemos entender, que es una construcción que viene desde la educación, y desde marcadas características físicas, psíquicas, y de comportamientos propios que son observables de un varón desde su nacimiento.
La feminidad, por sus rasgos y por los patrones de conductas mismas de la mujer desde su naturaleza, con ciertas características físicas y psíquicas, que fueron duramente castigadas por nuestra cultura. Tanto la masculinidad, como la feminidad fueron «tóxicas», y que hoy en día, este problema estructural cultural, tristemente tienen su arrastre.
En el acervo de conocimientos de atributos y conductas del hombre y la mujer, es muy importante ir acendrando los comportamientos, en una construcción social sin tantas confusiones, debido a que, en algunos casos, se intercambian y/o se mezclan las conductas.
Desde los Fundamentos para una nueva humanidad, Osho; en la actualidad, se desata la guerra de la distinción biológica entre hombre y la mujer, cuando existen (y es una realidad) algunos hombres con conductas femeninas más que la mujer, y mujeres con conductas varoniles más que un hombre. Me refiero a la distinción psicológica, en que lo fisiológico y lo psicológico están enemistados, sufren un conflicto interno, luchan una gran batalla, les cuesta encontrar un equilibrio, buscando la aceptación y la aprobación de afuera, cuando la armonía debe ganarse dentro de cada uno/a.
Esta mezcla de conductas, de conflictos se externaliza, y promueve el odio entre hombre y la mujer, es una rebelión innecesaria, finalmente somos todos inservibles, ya no necesitamos uno del otro, se crea como una competencia, una rivalidad y un conflicto social, cuando podemos sacar lo mejor de las virtudes y riquezas de cada ser humano (según su naturaleza), de las libertades de los sexos opuestos, buscar y promover una buena convivencia, permanecer en armonía con nuestra propia existencia.
En resumen, sin una estructura bien asistida y trabajada, saltan las fallas y las debilidades en la educación, y en la falta de orientación, dar a entender que entre el hombre y la mujer no deben existir «jerarquías», y enfatizar el verdadero significado de «la masculinidad y la feminidad», sin la tendencia a la tergiversación.