A sus 101 años, doña Alodia Santos de Franco mantiene esa frescura que siempre ablandaba el corazón y ganaba el respeto de todo el que la rodeaba. Sus discípulos cuentan que su prodigiosa memoria dejaba boquiabiertos a todos los villarriqueños, con sus innumerables anécdotas ponían los pelos de punta al más valiente.
Doña Alodia nació en medio de la pandemia de la gripe española y recientemente resultó victoriosa de la batalla contra el Covid-19. Uno de sus 6 hijos, Enrique Franco, contó que de los 11 hermanos de su madre, 9 se dedicaron a la docencia, y parece que la vocación de enseñar corre por las venas porque Enrique y sus hermanos también se dedicaron a la misma profesión.
La vida de Doña Alodia está llena de episodios increíbles, durante 55 años se entregó a esa profesión y es uno de los pocos casos conocidos en el Paraguay que después de jubilarse, tras 25 años, continuó impartiendo clases. Tiene una larguísima trayectoria y por ello recibió la mayor condecoración otorgada a un docente, que es la de Comuneros.
“Ella fue madrina de guerra y posiblemente la última sobreviviente madrina de guerra del Guairá. Como era maestra había un número muy elevado de madres analfabetas y recurrían a la señorita Alodia para que redactara las cartas a los combatientes que estaban en el Chaco, rápidamente tenía que redactarlas porque eran muchas, se veía obligada a cambiar nomás los nombres porque a la par tenía que dedicarse a su tarea de docente”, recordó su hijo Enrique.
Llegaron a Villarrica en aquel entonces unos 1.000 prisioneros bolivianos, que quedaban sueltos en la zona, nada de cuartel ni calabozo. Muchos de esos soldados eran analfabetos y recurrían a su madre para que escribiera cartas a sus madres bolivianas. “Ella recordaba muchas ciudades de Bolivia sin haberlas conocido nunca, solo por las descripciones de sus cartas”, mencionó su hijo.
Y como si su vida ya no hubiese sido lo suficientemente emocionante, fue amiga personal de Chiquitunga porque también era maestra. “Chiquitunga iba todas las mañanas caminando al hospital de Villarrica para orar por los enfermos. En el trayecto, cuando pasaba frente a mi casa, dejaba un caramelo y decía, para mi hijo Enrique”, recordó con mucha emoción.
Relató que cuando su madre estaba en la plenitud escribía cuentos, poesías, y fue profesora de grandes literatos como Ramiro Domínguez y Helio Vera. “Lo que siempre me impresionó de ella es que era muy locuaz, tenía un perfecto dominio del español, del guaraní y algo de francés. Su memoria era prodigiosa y a pesar de que era muy joven, era tan solidaria como las damas guaireñas de aquel entonces. Sus nietos, bisnietos y tataranietos siempre la rodean, lastimosamente hoy en día perdió casi en su totalidad la memoria, y tristemente no escribió sus relatos en un libro”, resaltó.
Una anécdota muy graciosa que Doña Alodia siempre contaba es que al término de la Guerra del Chaco, siendo el Mariscal Estigarribia presidente de la República, con toda la aureola de un general victorioso, fue a Villarrica para condecorar a las madres y viudas de oficiales fallecidos, terminando ese acto tan solemne, ella le ofreció un refrigerio en un Club Social de Villarrica, se acercó con una bandejita a invitarle a unas coqueticas y él le respondió “señorita usted no ha de creer que yo soy de muy poco comer, pero por ser de sus manos me voy a servir unos bocaditos”.
Además, se enteró que ella era la que escribía las cartas para los soldados paraguayos en el Chaco y las madres bolivianas de los prisioneros, entonces el presidente bromeó y le dijo “parece que usted estuvo en los dos frentes”.
LA SOBREVIVIENTE
Lo que más pone contentos a sus familiares es que el gesto de que ella haya podido salir de ese trance tan difícil por el Covid-19, hace que quede una esperanza para personas más jóvenes que Doña Alodia.
“Ella luchó mucho, con su edad tiene muchas dolencias. Muchos periódicos del mundo se hicieron eco de que ella venció al Covid, tengo una hija en Ginebra y leyó la historia en un diario francés, también un amigo de Estados Unidos la vio en un diario norteamericano. Hemos recibido muchas llamadas para felicitarnos, pero en verdad tiene que ir al guapo doctor Oviedo y la guapa enfermera Jéssica, quienes por meses han estado luchando. Fue un gesto muy altruista de los profesionales de blanco”, concluyó Enrique.