La prevención, es el único camino por transitar para lograr el cese de la violencia contra las Mujeres, de tal manera, a impedir que las víctimas por feminicidio sigan sumando las estadísticas, que se ven reflejadas en este primer semestre del año 2022. El resultado es desalentador, la pérdida de cada Mujer dentro del seno familiar, donde sus miembros quedan con daños irreparables, una situación desconsoladora.
En tal sentido, vemos como los resultados en cuanto a gestión se refiere, continúan siendo débiles ante la falta de políticas públicas que logren el pare de este flagelo. Requiere de un compromiso político, de reformas de leyes, la necesidad de trabajar, no solamente apuntando a las víctimas Mujeres, sino también a los comportamientos de hombres de conductas agresivas, y por supuesto, en los hijos e hijas, que ante una situación de violencia doméstica quedan con secuelas psicológicas graves.
En este tiempo, si bien existe una Mesa Institucional liderada por el Ministerio de la Mujer, que está conformada con otras instituciones ,según lo que establece la Ley N° 5777/16 “De Protección Integral a las Mujeres contra toda forma de Violencia”, con el objeto principal de establecer políticas en bases a datos sustentables, empíricos y con estrategias de prevención de la violencia contra Las Mujeres, tanto como la asistencia integral y protección a las mismas, garantizando así, sus derechos en la fomentación de la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, sin embargo, vemos una reacción tardía de las autoridades, cuando ya está consumado el hecho, cuando se llega a la violencia extrema, pasando por alto todas las etapas del círculo de violencia, por la que se repiten los patrones de conductas del golpeador.
Tantos casos de violencia contra las Mujeres que se difunden en las noticias, las instituciones responsables concentran el gasto público no justamente en “La Prevención”, sino en cómo la Mujer debería defenderse de su agresor a sabiendas que representa al sexo débil siendo la más vulnerable en la relación, un desacierto ante una realidad. Un sistema que falla con un mecanismo que permite que el hombre llegue a la violencia y que la mujer violentada reciba una asistencia a medias, que desemboca al feminicidio.
Hasta hoy continúa siendo una utopía, la idea de un cambio de enfoque y enfrentar este flagelo desde la prevención con cada integrante de la familia.
