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Jugando con fuego

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Einstein dejó dicho que hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez del hombre. Del pri­mero, sin embargo, dijo no estar tan seguro…

Es que somos incorregibles y pese a los avances logrados en todos los frentes por la especie humana, la imbecilidad siempre logra abrirse camino a costa de un tendal de muertos.

En 1796, el científico inglés Edward Jenner inició el proceso que desembocaría en la vacuna contra la viruela. Es imposible calcular los millones de vidas que salvó desde entonces. En 1952, el médico y virólogo estadounidense Jonas Salk probó con éxito la vacuna contra la parálisis infantil. De nuevo: imposible saber la cantidad de paralíticos que impidió. Historias similares podrían contarse en la lucha contra el sarampión, las paperas, la rubéola, la escarlatina o la difteria.

Medio siglo atrás, la esperanza de vida en la humanidad –bajo ciertas condiciones están­dar- era de 73 años. Hoy llega a los 83. Según un reporte de la Organización Mundial de la Salud, “los programas de inmunización han mejorado la infraestructura de atención primaria en los países en desarrollo, reducido la mortalidad en la niñez y empoderado a las mujeres para planificar mejor su familia, con los consiguientes beneficios sanitarios, sociales y económicos”. Y es aún más contundente cuando afirma que “la vacunación propicia una mayor esperanza de vida, y es un hecho admitido hoy día que las vidas longevas y sanas son una condición de la riqueza, y que ésta favorece a su vez la salud. Las vacunas constituyen, por consiguiente, un instru­mento eficiente para mitigar las disparidades de riqueza y las inequidades en salud”.

Pero en 1998, un tarado llamado Andrew Wakefield publicó en la revista médica británica The Lancet un estudio según el cual la vacuna triple -sarampión, paperas y rubéola- favorecía la aparición de autismo en niños. Pronto se supo que era una mentira fraguada para extorsionar a las farmacéuticas. Pero ya era tarde. Los imbéciles prosélitos antivacunas habían esparcido su virus y el mundo muy pronto se infectó. Hoy EE.UU. y Europa desbordan de sarampión y parotiditis y les llevará tiempo volver las cosas a su cauce porque en inmunolo­gía, los procesos no pueden acelerarse.

Nosotros estamos lejos de semejante re­troceso cultural… por el momento.

Hay que estar alertas contra la estupidez.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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