La nueva normalidad de la NBA ha encumbrado a T.J. Warren. Hasta el momento es la gran estrella en la burbuja de Disney World, por encima de LeBron James, Giannis Antetokounmpo, Luka Doncic, James Harden y otras figuras.
Las exhibiciones de los citados quedan empequeñecidas por el acierto del alero de los Pacers, que promedia 39,7 puntos desde que se reanudó la temporada. Sus porcentajes son simplemente asombrosos: 65,3% en tiros de campo, 60,9% en triples y 91,7% en tiros libres. Todo ello, con una sola pérdida de balón en los tres partidos disputados, todos saldados con victorias de Indiana y con un +59 con él en pista, el mejor dato desde el reinicio.
Warren, de 26 años y 2,03 metros, podría ser considerado en la actualidad el jugador más en forma del mundo. «Tengo muy buen ritmo», dijo después de uno de sus recitales. En el regreso de la competición, batió su tope anotador en la NBA con 53 puntos a los Sixers con 20/29 en tiros, incluidos 9/12 triples. En la historia de la franquicia, sólo Reggie Miller (57) y Jermaine O’Neal (55) habían sumado más en un partido.
Según reportan desde Marca, ante los Wizards sumó 34 puntos, 11 rebotes, cuatro asistencias, tres recuperaciones, cuatro tapones y ninguna pérdida. Hacía 35 años que no se veía una estadística semejante en la NBA. Y ante los Magic metió otros 32 puntos, 17 de ellos sin fallo en el primer cuarto. Acumula 119 en la burbuja, empatando la mayor anotación de un jugador de Indiana en tres partidos, hito que comparte con Jermaine O’Neal.
Warren, hijo de un exjugador de North Carolina State, jugó en la misma universidad que su padre. Tras su primer año en la NCAA tuvo posibilidades de acceder a la NBA, pero prefirió estar un año más formándose entre sus iguales. Al verano siguiente, en el draft de 2014, los Suns le escogieron en el puesto 14. En sus primeras temporadas en la Liga se comportó como un alero clásico, sacando partido de su físico cerca del aro, pero su progresión en el tiro ha sido notable y cada vez lo explota más.
Pese a la solidez que mostró en sus cinco campañas en Phoenix, Warren fue traspasado durante la noche del draft de 2019 a cambio de dinero efectivo. Los Suns querían deshacerse de sus 11,7 millones de dólares de salario para hacer hueco a los contratos de Ricky Rubio y Aron Baynes.
Los Pacers aceptaron de buen gusto el ‘regalo’ y el entrenador Nate McMillan ha sabido sacarle todo el jugo. Ya durante la temporada se mostró como una pieza importante: 18,7 puntos de media con un 52,9% de acierto en tiros de campo. Sin embargo, con la ausencia de Domantas Sabonis y un Victor Oladipo renqueante, el alero ha mostrado una versión inesperada de él. Ha explotado en la burbuja.