El descontento general le pone techo a la paciencia ciudadana
Cuidado con la intensidad conque empieza a efervescer el humor social. Hay un techo de tolerancia ciudadana que si se llega a perforar puede generar un macroclima general de muy difícil pronóstico. La inmensa mayoría de las personas vive una rutina tan apretada entre el trabajo, la familia, las relaciones sociales y el esparcimiento, que no tiene tiempo sobrante para dedicarlo a manifestaciones callejeras o protestas de algún tipo. Pero cuando vemos que esa ciudadanía abandona la rutina y se lanza a la calle a protestar es porque algún dique se ha roto y la indignación se desborda.
En Chile el toque fatal fue la suba del 3% del pasaje del metro. La explosión fue tan devastadora que se llevó consigo a los partidos tradicionales, entre ellos la democracia cristiana, la socialdemocracia y el socialismo moderado, que no supieron leer correctamente las demandas populares. Hoy gobierna el país una convergencia de partidos de izquierda presidida por un hombre del Partido Comunista, mientras se espera que en junio próximo un plebiscito determine si la nueva constitución en estudio responde a las exigencias de los chilenos.
En Ecuador, el estallido fue tan intenso como en Chile. Allí la causa fue el aumento de los precios de los combustibles y de las tarifas del transporte. En 2019 eso le costó al país cinco muertos, un millar de detenidos y millones de dólares en daños a la infraestructura ciudadana.
Pequeñas causas, grandes consecuencias. El factor clave en este tipo de revulsiones sociales pocas veces lo ven venir los Gobiernos, en especial aquellos que viven refugiados en una burbuja, que es precisamente el caso del Presidente Abdo Benítez.
La calle está empezando a tronar y esas no son buenas noticias. El costo de vida no para de subir, el sueldo sigue congelado y el horizonte sólo promete más turbulencias alimentadas por un conflicto bélico de pronóstico reservado. La ebullición no se calma achacando las subas a “factores exógenos”. Para saber eso, no hace falta un Presidente ni un ministro de Hacienda. Basta con ver los noticieros. Lo que sí se necesita es un gabinete de crisis que busque respuestas inmediatas mientras estudia soluciones de fondo.
El Sr. Abdo Benítez quiso ser Presidente de la República. La marea de reclamos sociales que comienza a ganar las calles mostrará de qué madera está hecho.
