Tendremos que insistir de nuevo sobre el tema, pero lo creemos necesario.
Aun no se sabe cuándo se reanudarán las clases ni cómo se hará para recuperar todos los días perdidos hasta ahora y los que aún van a perderse. Ante semejante incertidumbre, la educación a distancia surge como la herramienta más apropiada para achicar las perdidas.
El sitio “Tu escuela en casa” habilitado por el Ministerio de Educación y Ciencias funciona bastante bien. Es una herramienta en desarrollo, que aún requiere adecuaciones y actualizaciones y que entró en servicio antes de tiempo a instancias de la pandemia que obliga a todo el mundo a quedarse en casa.
Desde luego que este método no va a reemplazar la educación presencial y la insustituible función del maestro. Pero puede aportar un sustituto valioso ante la perspectiva de que este vacío de actividad termine dejando un enorme agujero en la educación de niños y adolescentes.
En alguna parte se dijo que mas del 80% de los hogares no cuentan con internet. Sin embargo, según los últimos análisis del mercado de la telefonía móvil, casi el 90% de los hogares paraguayos cuentan con por lo menos un celular inteligente (Smartphone) con capacidad más que suficiente para manejar el programa de educación a distancia del MEC.
El siguiente obstáculo es que la mayoría no dispone de acceso a Internet por el costo que supone. Ahí es donde el MEC debiera extremar recursos y arbitrar la manera de que cada hogar con niños en la escuela y que disponga de un Smartphone reciba un paquete gratuito de internet para conectarse a la plataforma educativa. Claro que será un riesgo, pero cada alumno que utilice este recurso para mantenerse conectado con la escuela será un triunfo que valdrá el costo.
Se alegará, tal vez, que hacemos aparecer demasiado fácil montar un mecanismo tan complejo y difícil. Pero sin duda es la educación la que está sufriendo –después de la salud pública- el mayor daño a mediano plazo. Por lo tanto, toda idea que contribuya a moderar el impacto destructivo de la pandemia en la escuela, debe ser bienvenida y evaluada.
Nuestros niños y adolescentes lo merecen.