Una organización mundial acaba de declarar al Paraguay como destino turístico seguro. Es un reconocimiento público e internacional de que el país ha hecho bien sus deberes desde el momento mismo en que el virus chino empezó a diseminarse por el planeta.
¿Qué significa esta distinción? Mucho. Si alguien, en cualquier parte del mundo, proyecta un viaje de turismo incluyendo al Paraguay como uno de los destinos, la agencia consultada revisa el ranking establecido por el World Travel & Tourism Council, la organización mundial de viajes y turismo, y revisa el estatus del país elegido. Si figura en su lista de “safe travels” lo confirma como destino seguro y, por lo tanto, recomienda el viaje.
El Paraguay está figurando ya en los circuitos turísticos por diversas razones. El más tradicional de los destinos requiere playas marítimas, saltos y lagos. Salvo las primeras, el Paraguay dispone de una amplia variedad de circuitos vinculados al agua. Pero además se han estado trabajando otros destinos tales como naturaleza, salud, cultura y uno de los que más crecen a escala mundial: el turismo de eventos, que vincula la concurrencia a congresos de todo tipo (científicos, económicos, culturales, etc.) con paquetes que incluyen recorrido de circuitos con determinados atractivos, gastronomía local y compras en shoppings. El ranking mundial de turismo de reuniones es encabezado en América por EE.UU., seguido por Canadá, Argentina, Brasil y México, ocupando el Paraguay el puesto 13, sitio para nada menor si tenemos en cuenta de que se trata de una categoría de relativamente reciente desarrollo en el país.
Organizaciones como el WTTC no desperdician su tiempo repartiendo categorías y estatus al tuntún. Lo hacen en serio y esperan que los países confirmados como destino turístico seguro honren el nombramiento porque detrás de eso está la confianza que el turista deposita en sus operadores turísticos. En el pasado reciente, traicionar esa confianza se limitaba a un mal servicio de hotelería, transporte o atención en general. Hoy las consecuencias serían mucho más graves que un lacónico “no vuelvo nunca más”, ya que se pondría en peligro la vida misma del viajero.
Por eso, hoy más que nunca, debemos honrar la confianza depositada siendo consecuentes con el estatus por el que trabajamos tan duro.