Cuando se es incapaz de salir de la llanura
En las democracias que funcionan razonablemente bien, ser opositor es una circunstancia pasajera hasta que llega el momento de ejercer el poder y pasar a ser oficialista. En el Paraguay, ser opositor pasó a ser un oficio común y corriente desde el punto de vista de la política. Esto se debe, más que a la vigencia casi hegemónica del partido Colorado, a la incapacidad de los demás partidos políticos de marcar una presencia potente y propositiva que ofrezca al ciudadano una opción apetecible.
Los 32 años de vida democrática que llevamos han demostrado que la dicotomía colorado-liberal no ha sido eficiente como oferta de alternancia. Los dos únicos momentos en que el Partido Liberal tuvo alguna chance de alcanzar el Palacio de López se dieron por default, como dirían los economistas. Primero, cuando en 2008 se sintió incapaz de presentar un candidato propio a presidente de la República y ofreció el cargo a un cura. Luego, cuando el outsider fue expulsado del poder por juicio político y asumió el vicepresidente liberal. En 2013, renunciando nuevamente a ir solo a la batalla para presentarse en alianza, no tuvo el vigor necesario para imponerse a su viejo adversario. Lo mismo ocurrió cinco años más tarde, al perder de nuevo la presidencia y ganar solo cuatro departamentos.
Pero algo positivo ha empezado a surgir. Y es que la alianza se está consolidando como fórmula propositiva. El ultimo intento encabezado por el PLRA se ha caracterizado por una abigarrada convivencia ideológica entre el socioliberalismo, la socialdemocracia y el progresismo, movimiento este último que en América Latina se inclina más hacia el populismo vocinglero que a una cohabitación pragmática de doctrinas.
Está claro, después de las últimas municipales, que el término opositor no va a cambiar de color al menos por dos años más, cuando las generales de 2023 llamen de nuevo a las urnas. Y queda aún más claro que está lejana la posibilidad de establecer en la política paraguaya una alternancia que restituya significado al concepto de representación popular. Mientras tanto, ser opositor es algo más que una condición circunstancial determinada por los vaivenes electorales, para convertirse en una profesión ejercida con entusiasmo y perseverancia por mas de un referente de la política criolla.