Tierras “mal habidas”: Sólo discursitos para la gradería
Cada vez que el tema tierras entra en crisis por alguna razón, surge de inmediato el tan traído y llevado capítulo de las “tierras mal habidas”. El marbete surgió de un informe realizado por una comisión integrada por Mario Melanio Medina (obispo), Juan Manuel Benítez Florentín (abogado), Mario Sandoval (diplomático), Yudith Rolón Jacquet (contable administrativa), Miguel Ángel Aquino (abogado), Carlos Luis Casabianca (abogado), Carlos Portillo (médico psiquiatra), Heriberto Alegre Ortiz (sociólogo) y Víctor Jacinto Flecha (politólogo). Esta comisión se tomó su tiempo para investigar el origen de 1080 fincas en un informe de 66 páginas incluyendo 26 planillas con nombre y apellido de los adjudicados, número de finca y de título, superficie en hectáreas y año de expedición por distrito y departamento.
Los criterios de adjudicación revisados durante la investigación comprendieron a personas no beneficiarias de la reforma agraria, más de un lote entregados a una misma persona, superficies mayores a lo establecido para tierra agrícola-granjera o para lotes ganaderos en la región Oriental. Esquema similar se aplicó en la región Occidental. Este informe fue publicado en 2008 y lo que hizo fue compilar la información disponible en instituciones como Indert, Dirección General de los Registros Públicos, Servicio Nacional de Catastro, etc.
Mas allá de que la investigación tenga o no algún sesgo ideológico o matiz político, los datos y los criterios objetivos de análisis son contrastables con sus fuentes de origen. ¿Qué está frenando, entonces, el inicio de un proceso de revisión de la legitimidad de los títulos que definitivamente normalice la situación legal de la tierra en el Paraguay y ponga fin a la conflictividad que tanto daño está haciendo?
Es obvio que una movida semejante no podrá llevarse a cabo sin un amplio acuerdo previo que comprometa a todos los actores políticos, sociales y económicos. Al menos, si lo que se busca es acabar definitivamente con las “tierras mal habidas”. Hasta ahora, el estudio sólo está siendo utilizado como una piedra más en la tumultuosa “lucha por la tierra” de la que siguen beneficiándose los oportunistas de siempre, haciendo promesas que nunca podrán cumplir pero que, en el camino, obtienen rédito con su oxidado discurso populista.
Es como los cuentos de la cripta, que ya no asustan ni intimidan a nadie.