Rendir la última materia, controlar las respuestas correctas con la hoja matriz, llegar a los puntos requeridos para formar parte de la UNA son momentos en la vida que jamás se olvidan. La satisfacción de ingresar en una de las carreras más difíciles dentro de la Universidad Nacional es un orgullo para el estudiante y su familia, pero cada logro implica un enorme sacrificio.
Hugo Vera es estudiante de tercer año de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Ingresó a los 20 años en su segundo intento. A pesar de la emoción de ser alumno de la UNA, las pesadas cargas horarias y la dificultad de ciertas materias le ocasionaron un cuadro depresivo y momentos de frustración. Así también, compañeros suyos atravesaron por las mismas situaciones en determinadas circunstancias.
Con respecto a que muchas veces se cataloga a Medicina como una carrera muy pesada, Hugo considera que son necesarias las exigencias establecidas, pero admite que tanta demanda debería ofrecer una contención psicológica a los estudiantes.
Hugo pasó por momentos de flaqueza en su recorrido por la carrera, pero sigue en la lucha. Mirando en retrospectiva sus logros y el apoyo de sus padres, se siente fortalecido para continuar cada día y luchar para convertirse en lo que anhela ser, un profesional de la salud.
MENOS ESTABILIDAD EMOCIONAL
Un artículo publicado por estudiantes y profesionales de la Facultad de Medicina de la UNA en el 2015 arrojó que, de una muestra de 91 estudiantes de una media de 21 años, el 58% presentaba al menos un trastorno mental. Los diagnósticos más frecuentes fueron: episodio hipomaniaco, depresión y ansiedad generalizada, en ese orden.
“La presión en la carrera es la misma, los profesores incluso siguen siendo los mismos, lo que cambia es el perfil de los ingresantes”, resalta Elías Alvarenga, psiquiatra que egresó hace 9 años. A su parecer la generación millennial, jóvenes que ahora tienen entre 20 a 30 años, tiene una menor tolerancia a la frustración y la presión.
“Estudiar medicina en la UNA es muy especial”, sostiene. Describe a la institución como un ambiente totalitario y verticalista que, en ocasiones, afecta la estabilidad emocional de los estudiantes. Compara la experiencia con la de estar en un cuartel, donde en situaciones se toleran maltratos e insultos por parte de los profesores.
Al trato de los profesores se le suma la presión de pasar las materias y cumplir con horarios de 7:00 a 18:00 de lunes a viernes. Además, muchos viven a horas de distancia de la facultad, lo cual no les permite dormir por más de cuatro horas diarias, eso también afecta en sus estados de ánimo y salud mental.
La depresión en médicos es mayor que la de la población mundial
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que un 5% de la población mundial, unos 350 millones de personas sufren de depresión. En la población de médicos ese porcentaje se duplica.
Elías señala que el sector médico tiene mayor cantidad de casos de depresión y suicidio que en otras profesiones pero, ¿por qué en el personal de blanco? Él cita razones como las exigencias académicas durante toda la carrera, la presión y las guardias en las residencias. A esto se le agrega las falencias de la Salud Pública que coloca a los médicos en hospitales sin insumos, sin el abastecimiento de profesionales, las largas horas de trabajo, son situaciones que frustran muchísimo, generan mucha ansiedad y depresión.