Si el agronegocio funciona, ¿por qué no llevarlo al pequeño productor?
¿Qué se está haciendo mal en San Pedro? ¿Por qué un reporte del Instituto Nacional de Estadística (INE) presenta a la población de este departamento como una de las más castigadas por el hambre? ¿Existe una explicación lógica para semejante sinsentido?
El departamento de San Pedro tiene una superficie de 20.586 kilómetros cuadrados y una población estimada en 430.000 habitantes. En su territorio abunda el agua superficial y sus tierras son muy aptas para la agricultura y la ganadería. Según un censo realizado por GeoConsultores, se destinan 198.000 hectáreas a la agricultura mecanizada, 318.000 a pasturas y 511.000 distribuidas en reforma agraria a pequeños campesinos con lotes con un promedio de 20 hectáreas. Los esteros ocupan una superficie nada despreciable, 453.000 hectáreas y el resto es terreno anegadizo y campos naturales de empleo principalmente ganadero.
La mayor parte de ese medio millón de hectáreas sampedranas afectadas a la reforma agraria sigue en poder del Indert, que no ha sido capaz hasta ahora de titular definitivamente esas tierras. A octubre de 2021, el ente había logrado censar 34.669 lotes por un total de 244.000 hectáreas. Eso significa que mas de la mitad sigue en la nebulosa. Sin papeles, sin asistencia técnica ni crediticia, los poseedores de esos lotes están abandonados a su suerte.
Pero no todos. En la campaña agrícola 20-21, pequeños productores de la Colonia Cristo Rey, San Pedro, sembraron un total de 100 hectáreas de soja agrupados en un comité de siembra. Asistidos por gremios como APS y UGP, con semillas certificadas y colocación asegurada, cada productor recibió al cabo de la cosecha alrededor de Gs.11 millones.
Y este no es un modelo aislado sino que se está extendiendo. En 2021, un total de 43.000 campesinos con menos de 20 hectáreas sembraron 860.000 hectáreas de soja participando así del 23% del total sembrado ese año. De esa cantidad, 375.100 hectareas pertenecen al departamento de San Pedro.
Hablar de hambre es un asunto muy serio, tema que debería ocupar el primer lugar en la agenda política. Si hay un modelo de agronegocio que funciona también para pequeños productores, ¿por qué no llevarlo a escala nacional? A menos que ideologías trasnochadas metan la cuchara y condenen el agronegocio como enemigo del pequeño agricultor. No nos extrañe, hay organizaciones internacionales metidas en esa tarea de condenar al campesino al atraso eterno. Con diligentes servidores locales, vale apuntar.
RESUMEN
¿Cómo puede haber hambre en un departamento con tierras agrícolas de primera calidad y abundancia de agua? Pequeños productores agrupados en comités de siembra están entrando al agronegocio de la soja con éxito. Si el sistema funciona, ¿por qué no generalizarlo en todo el país?