Si tenían tanta urgencia para casarse, hubiera bastado una ceremonia en privado, con la discreta presencia de testigos y familiares cercanos. Pero no. Prefirieron la ostentación y el exhibicionismo más rampante.
El día que Sol y Patrick hicieron su juramento matrimonial y se enfrascaron en una pantagruélica celebración digna de jeques árabes o de figuras del jet set del primer mundo, en el Paraguay se reportaban 410 casos de COVID-19, once fallecidos, 131 internados , 46 de ellos en terapia intensiva, algunos luchando por su vida. Al momento en que el medio centenar de invitados de la pareja daba punto final a la cena a la carta y se disponían a descansar de tanto jaleo, 127 hogares paraguayos guardaban luto por sus seres queridos víctimas del coronavirus.
Eso no arredró a la familia celebrante. La tenida del 16 de agosto calificó para la revista Hola. Corazón de lomito grillado, surubí al vacío, ragout de cordero y una amplia variedad de piscolabis diversos con los cuales llamar a las bebidas que también abundaban: champan moet brut imperial (Gs. 350.000 la botella), vino La Celia Pioneer (Gs. 175.000), cervezas y whiskies con los cuales rematar una ardua jornada de celebración.
Es obvio, después de semejante jornada de desprecio hacia un país enfermo, desempleado y sumido en la incertidumbre, que los contrayentes y sus respectivos entornos familiares y de amistades no tienen lugar para el concepto del pudor porque el sitio está ocupado por el exhibicionismo y el descaro más rampantes. Esta disonancia moral les es indiferente ya que se sienten seguros bajo el paraguas protector del poder político incontestado e impunes gracias a una justicia destazada a pedazos a fuerza de dinero e intimidación.
El numerito final de este sainete con ribetes de comedia lo protagonizó el ministro del Interior, que anda peregrinando por los medios culpando a la Fiscala Sandra Quiñónez por no haber “intervenido” en la boda de ribetes rocambolescos. En un verdadero juego del “gran bonete”, Euclides Acevedo metió en danza no sólo a la fiscal sino también al ministro Mazzoleni y algunos asesores, quienes a su tiempo le dieron el portazo. “Entren, feliciten a los novios y controlen” dijo el ministro…
Un ministro del Poder Ejecutivo pidiendo hacer algo como para salvar las papas. Humillante para el Gobierno. Ofensivo para el país.