Asunción se “africaniza” y los políticos basura, ciegos y chochos
Hay una ecuación que no cierra en esto de la ocupación de espacios públicos. Por un lado arrecian las denuncias para despejar emblemáticos parques y plazas de la capital ocupados hace años por supuestsos o reales damnificados por la creciente del río Paraguay. Pero por el otro, los exportadores se quejan porque la bajante extraordinaria de los ríos Paraguay y Paraná limita el tráfico comercial por los canales logísticos de ambos ríos.
¿En qué quedamos? Si el río está tan bajo, ¿qué hacen tantos “damnificados” instalados en espacios públicos con toda la procesión que los sigue de mugre, ruido nocturno, baños improvisados, peajeros y pirañitas y la visión africana de campamentos de refugiados? Y si el río está desbordado y por eso salen hornada tras hornada de inundados, ¿de qué se estarían quejando los armadores y navieros en medio de tanta abundancia de agua? Ambas cosas al mismo tiempo no pueden ser.
Lo que sí existe, y se ha convertido en un modo de vida, es el “ciudadano damnificado” que compone un núcleo duro de votos, verdadera mercancía electoral que es traída y llevada de la nariz por la política basura que cultiva esta categoría tal como un horticultor planta tomantes o un sojero cosecha soja y maíz.
La condición de damnificado viene siendo fomentada año tras año por camadas enteras de administraciones municipales, incapaces de gobernar el comportamiento de un río cuyas idas y venidas ya fueron mapeadas y descritas desde Juan de Salazar y Espinoza en adelante. Pero la codicia, la bulimina de poder, la improvisación y, sobre todo, la corrupción metastásica que imprega tanto el Estado nacional como los gobiernos locales ponen en tercero o cuarto lugar la recuperación y jerarquización de los espacios urbanos convertidos en villas de emergencia acosadas y atropelladas por cualquier subida mínima de nivel del río Paraguay.
Estamos en los prolegómenos de otra elección municipal. Ninguno de los precandidatos presenta idea alguna de abordaje integral del caos urbanístico de Asunción. Todos andan en la chiquista, la ideíta miserable, limitada, que les dé apenas para ganarse un curul en la junta y cobrar un salario durante cinco años. Mientras, la ciudad capital, madre de ciudades, presenta manchones de miseria sin que a los que la gobiernan, y a los que aspiran a hacerlo, les importe un comino semejante tragedia.
