La película “Spotlight”, del director Tom McCarthy, refleja una investigación emprendida por el matutino Boston Globe para sacar a la luz pública los numerosos casos de pederastia cometidos durante décadas por curas del estado de Massachussets. El trabajo de los periodistas fue minucioso, paciente y llevado a término con gran profesionalismo.
A partir de la publicación de la serie se conocieron 17.000 casos de abusos perpetrados por unos 200 curas, sólo en la señorial ciudad de Boston. Los seis periodistas de Spotlight fueron tropezando con increíbles barreras que cerraban sistemáticamente el paso a la investigación.
Expedientes que desaparecían de los archivos judiciales, abogados de la Iglesia que se negaban a dar detalles de los arreglos extrajudiciales con las familias de las víctimas, presiones al staff directivo del diario desde los estrados cardenalicios, madres que preferían entregar a sus hijos a curas depredadores si con eso tenían una oportunidad de salir de la pobreza… mil y una aberraciones en la que se combinaban el poder político, el económico, la Iglesia y una sociedad ultraconservadora y pacata como se afirma es la bostoniana.
La investigación dejó muchas cosas en claro. Por ejemplo, cuando un cura pederasta era denunciado a la jerarquía, el caso nunca cobraba estado público, las víctimas eran silenciadas a fuerza de dinero y amenazas de juicios por calumnia. Mientras, el cura era trasladado de parroquia alegando cualquier excusa. Bastaba una llamada del poderoso cardenal Bernard Law para reducir a silencio a cualquiera que quisiera romper el pacto de omertá –el silencio de los maffiosos- que reinaba en la Iglesia norteamericana.
El efecto expansivo de la investigación de “Spotlight” fue devastador. Los casos de abusos por curas depredadores protegidos por las jerarquías surgieron como hongos después de una lluvia y a lo largo y ancho del mundo. En todos los casos la formula se repite: jueces genuflexos ante el poder político, religioso y económico y claustros eclesiales que callan y tapan los casos. El Cardenal Law, que hizo lo imposible por silenciar al Boston Globe, renunció al arzobispado… pero fue premiado con un cargo en El Vaticano.
La basura bajo la alfombra, como estamos viendo por aquí con demasiada frecuencia. El “caso Alexa” lo proclama a voces.