Excesiva, acelerada y lujosa, así ha retratado Baz Luhrmann la vida de Elvis Presley en un filme que mantiene el inconfundible sello del director de «Moulin Rouge» y se centra en la compleja relación que el rey del rock, encarnado por Austin Bautler, mantuvo con su representante.
Desde su descubrimiento, como un joven aficionado a la música en la vibrante escena de Memphis, hasta su muerte, exhausto en su suite de Las Vegas, el camaleónico Butler recrea, durante casi tres horas de metraje que no dejan descanso al espectador, todas la etapas del icono musical.
Un irreconocible Tom Hanks constituye la otra pata del filme al ponerse en la piel del enigmático mánager de Presley, el coronel Tom Parker, un empresario que descubrió su talento y gestionó, entre aciertos y errores, su astronómica carrera.
Es precisamente a través de esos espectáculos, la manera en la que el guion del filme avanza. Con un Elvis distinto en cada escenario, envuelto en una estética evolucionada y ante un público diferente. EFE