¿Quién dijo que en el Paraguay no hay transparencia en la política?
El martes pasado, los diputados fueron extraordinariamente transparentes, tanto que ya no quedan dudas de cuál es el camino que prefieren.
Tuvieron la imperdible oportunidad de consagrar en toda su dimensión un sistema de trazabilidad de los fondos de campaña con la legislación que pasó por sus manos.
Pero en lugar de sancionarla a favor de la decencia y la ética, prefirieron convertir el proyecto en una pútrida y hermética sentina en donde enterrar todos los rastros del dinero sucio que los ha llevado, y seguirá llevándolos, a los cargos electivos.
Hoy es posible que el parroquiano de un restaurante de Taiwán sepa de qué estancia paraguaya y hasta de qué animal proviene el bistec que está comiendo, si la vaca comió pasto o pienso, cuándo fue faenada y qué día se embarcó el corte que disfruta en su plato.
Sin embargo es imposible saber de dónde proviene la plata que los políticos gastan para asaltar un cargo electivo.
Los honorables se aseguraron este sistema: un don nadie, que apenas gana para el día a día, empieza a tirar millones en spots publicitarios, movilizaciones, cartelería, camisetas, calcomanías, pago de operadores, apertura de “comandos de campaña”, etc. Todos los gastos se hacen al contado, no hay facturas y el dinero corre a raudales. El tipo va a ser entronizado senador, diputado o concejal y desde allí se lo escuchará seguramente pontificar contra la “economía informal”, cuando él mismo “ganó” su cargo operando una empresa electoral totalmente negra, que no dejó rastro contable alguno y que manejó miles de millones cuyo origen jamás se sabrá. Por lo tanto, tampoco va a ser posible deducir a quien pertenece el voto de chirolitas de esta calaña. ¿A algún caudillejo caído, que amasó fortunas en la política y que ha alquilado la marioneta para que levante la mano cuando él le ordene?
Este es el sistema que los diputados defendieron con uñas y dientes el martes 4 pasado. Han quedado en una vergonzosa evidencia. Han sido tan transparentes que dan asco. Han vaciado de contenido la labor legislativa, convirtiendo la cámara en una fábrica de impunidades.
¿Quién dijo que no hay transparencia en la política paraguaya?