Ya sabemos que no sirve para nada. Pero, ¿alguien podría decir que demonios estamos haciendo en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños? ¿Gastamos funcionarios en representarnos en un organismo cuya utilidad es menos que cero? ¿O seguimos allí sólo “de onda” porque nos da pena salirnos?
A Bolsonaro no le apena para nada. Es por eso que se largó de la organización. El canciller Ernesto Araújo afirmó que “la CELAC no tuvo resultados en la defensa de la democracia o en cualquier otra área”. Todo lo contrario. El organismo continental fue creado el 23 de febrero de 2010 en el paradisíaco balneario mejicano de Playa del Carmen. En sus escasas plenarias, quienes más tallan son los cancilleres de Venezuela, Nicaragua y Cuba que no son precisamente sinónimos de democracia ni republicanismo. Y sin embargo, allí está el Paraguay, apoltronado y escuchando con paciencia digna de mejor causa los exabruptos del madurismo y de la desvencijada revolución cubana.
Nos gusta perder tiempo en tonterías. Por ejemplo, en el Parlatino, una ampulosa organización de la que el país es integrante y que entre sus acciones más destacadas figura haberle perdonado la vida al Paraguay después del juicio político que acabó con la presidencia de Fernando Lugo. Iban a echarnos de tan excelsa institución… pero lo pensaron mejor. Lo hubieran hecho y salíamos ganando. Por lo demás, nada. Pura cháchara y papelería sin importancia.
Otra insigne nulidad, aunque demasiado cara, es el Parlasur, el “órgano legislativo” del Mercosur, una entelequia más en vías de extinción. Por ahora, los 18 “legisladores” nos cuestan al año Gs. 7.500 millones sólo en salarios, a lo que hay que agregar pasajes aéreos, hotel, choferes y gastos de representación. Alrededor de los 18 becados VIP orbitan 38 funcionarios que cuestan más de Gs. 4.200 millones al año. Ah, y como hay que identificarlos, el generoso Estado paraguayo les regaló 18 pines de oro a un costo de Gs. 55 millones. La montaña de plata que el Paraguay está gastando en este hatajo de inútiles es sideral.
Hay mejores formas de invertir en el país recursos financieros valiosos. Faltan mejores hospitales, reconstruir escuelas, dar mayor calidad a la educación, reforzar infraestructura, apoyar a las pymes…
Basta de mantener turistas de lujo.