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Que tu medicina sea tu alimento y tu alimento sea tu medicina

Constantemente me consultan “qué hago para estar siempre flaca”, o qué es lo que como para no engordar, o cuántas horas de gym hago por dia.. creyendo la mayoría de las personas –que no me conocen- que “vivo haciendo dieta” o algo así. Cuando les respondo que no hago ninguna dieta, la mayoría de las personas no me cree, piensas que me estoy burlando o que simplemente no le quiero contar “mi secreto”.

Y es que en realidad no hay ningún secreto raro o inalcanzable. Yo como exactamente lo que quiero comer, lo que mi cuerpo me pide y hasta donde me lo pide –nunca más allá de eso-(puede ser uno de los “secretos”, escuchar a tu cuerpo). Hay días en que parece que no me va a dejar en paz si no como un asado por ejemplo. O semanas enteras en las que sí o sí debo tomar yogur en el desayuno. En otras ocasiones, “me pide” que consuma algún tipo de grasa (sí, grasa), así como una fruta o cierto vegetal.

El típico “algo dulce” es más raro que el resto, pero aparece de tanto en tanto. De esta manera, podría citar decenas de “antojos” que percibo de mi cuerpo, que en realidad no lo son, son necesidades que él tiene por cierto tipo de alimento que probablemente en ese momento le esté faltando. Carne roja sí o sí, pan blanco y pastas también. Siempre pide de todo. Y como no, una copa de vino es casi infaltable en la cena.

Como muchos saben, tengo un abuelo que hace poco cumplió 102 años, más sano que la mayoría de nosotros y con una memoria admirable (envidiable diría yo). Nunca lo vi haciendo dietas, siempre consumió pan blanco, leche entera y azúcar blanca. Nada “light”. Asado, vino y cerveza, como cualquier mortal, pero en proporciones adecuadas, nunca lo vi exagerando con nada ni comer comida chatarra ni muy procesada (a veces, en los cumples de sus nietos capaz). Él camina, cuida su jardín, lee, hace todo solo. Venció al covid y la vacuna no le causó ningún efecto adverso. Conversar con él es súper enriquecedor. Su sabiduría y su paz creo que son sus secretos.

A eso quería llegar, a la Paz. Creo que es el verdadero “secreto detrás del secreto”, ya que es la que te permite callar esas voces internas que la mayoría de las veces lo único que logran es alimentar la ansiedad, el stress y la angustia, lo cual es muy común que nos lleve a comer cualquier cosa, a no medir, y mucho menos escuchar a sus cuerpos. Para esto es bueno tener siempre en cuenta que es el vehículo que nos lleva a todas partes, aunque yo prefiero considerarlo como un templo que contiene lo más sagrado: el alma, el espíritu que somos. Como tal, lo mínimo que podemos hacer es cuidarlo, pero no al extremo en que nos esclavice, sino como uno cuidaría a un amigo, a alguien de la familia. Si se vuelve esclavizante, ya pierde su esencia y nos volvemos fanáticos fundamentalistas y me parece que tampoco ese es el camino. A mi parecer, nunca el creer que uno es dueño de una verdad absoluta –y que todos los demás están equivocados- lo es.

Lo más saludable es lo natural, aquello que no nos cree angustia porque no podemos lograrlo (la mayoría de las dietas lo hacen, por eso no funcionan). Tal vez algunos lo logren volviéndose veganos, otros, comiendo carne roja a full, otros, con carbohidratos… O caminando un poco todos los días, o tan sólo moviéndose regularmente, o meditando o bailando. No lo sé. Si sé que lo más sano es escucharse, escuchar a nuestro templo, ser consciente de lo que el mismo contiene vida y que como tal, tiene sus propias necesidades, muy distintas tal vez a las de los que están cerca nuestro, la moda o la sociedad, nos quieren imponer.

Leti Martínez Bogarín
Leti Martínez Bogarín
La magia de tu corazón | Mentora y escritora

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