Más de una vez en la vida, es casi inevitable que nos toque vivir situaciones que “no estaban en los planes”. Aunque muchas de ellas –la mayoría- las creamos inconscientemente (con programaciones o creencias grabadas en el subconsciente), a veces surgen –ya sea del inconsciente colectivo o del “plan misterioso de nuestra Alma”, circunstancias no tan agradables que parecen desbaratar nuestros planes. En realidad, varias de ellas lo hacen.
Es entonces cuando debemos sacar a relucir nuestra fortaleza como seres humanos, nuestra voluntad, nuestras virtudes más elevadas.
Tenemos la costumbre de querer poner en un trono a las causas y en un cadalso a las consecuencias, cuando lo que debemos saber es que siempre las consecuencias son “víctimas” de las causas y no al revés. Vayamos siempre a las raíces, investigando el “para qué” de las cosas para justamente no sentirnos como víctimas de circunstancias que –en teoría- nos han sucedido por accidente, porque no es así.
La palabra responsabilidad implica la “habilidad para responder” que todos los seres humanos adultos tenemos. Está muy anclada a la libertad, al libre albedrío que se nos otorgó al nacer y que nos fuimos ganando con el transcurrir de las épocas. Pero para poder ejercer esa ansiada libertad, es menester que empecemos a hacernos responsables: a mayor aceptación de responsabilidad, mayor ejercicio de la libertad. Nos guste o no, las cosas funcionan así. Eso de hecho no pretende de ninguna manera negar las diferencias de ventaja/desventaja que tenemos si nos comparamos con “los de arriba” o “los de abajo” –ya que no existe mejor punto de partida que la realidad- pero nos lleva a que justamente a partir de ese punto de vista, tengamos una perspectiva más clara de qué es lo que tenemos que hacer –o no- para lograr nuestros objetivos. Cuáles son los planes que debemos ir cambiando por el camino y cuáles conservar, o simplemente cambiarlos todos, pero nunca cambiar de objetivo, de meta, de sueños.
Puede que ello implique atrasarlos incluso, o ir por otro camino, pero siempre hacia el mismo fin, que es el cumplimiento de los mismos.
Al tener esa actitud de verdadero empoderamiento, aceptando con paz estos cambios y viéndolos con sabiduría desde una perspectiva de aprendizaje, nos daremos cuenta de que –como una vez dijo el gran Steve Jobs- “No puedes conectar los puntos mirando hacia adelante; solo puedes hacerlo mirando hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos se conectarán de alguna forma en el futuro”. Palabra clave: CONFIAR.
Cambia de planes, pero no dejes nunca, jamás, de CONFIAR.