Las fuentes de agua son recursos limitados que deben ser utilizados correctamente por todas las naciones. Específicamente, en América Latina y el Caribe hay una abundante disponibilidad del líquido vital, pero que se distribuye de forma heterogénea entre los países y dentro de estos.
Según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), más del 60% al 70% del agua se destina a la agricultura y, en segundo lugar, a los usos municipales.
Paraguay cuenta con el mayor potencial hídrico en la región, por sus aguas subterráneas, superficiales y atmosféricas, pero la distribución no es homogénea. Específicamente, del 2000 al 2017, en Paraguay se destinó para el uso agrícola casi un 80% de los recursos hídricos, para el uso municipal, poco más del 10% y para el industrial, poco menos del 10%.
Raquel Bertrán, directora de desarrollo de recursos de Hábitat para la Humanidad, comentó que en el país existen muchas comunidades en situación de vulnerabilidad, sobre todo los asentamientos, cuyos servicios básicos los tienen de manera discontinua. Todo eso impacta
“Hay que entender que nos falta mucha información, ni siquiera tenemos la cifra de los asentamientos a nivel país. Sabemos por un estudio de Techo Paraguay que existen 415 en el Área Metropolitana”, afirmó.
Por otro lado, las aguas no están siendo bien tratadas y las condiciones son inadecuadas. Por ejemplo, estudios realizados en el acuífero Patiño que abastece demandas de Asunción y la Gran Asunción han dado resultados que indican contaminación de tipo domiciliario.
“No existe una política de tratamiento, lo que deviene en un problema de salud en la población. Deben existir políticas públicas del uso de los recursos que contemplen a los ciudadanos en cantidad y calidad”.
Bertrán aseguró que Paraguay tiene reservorios de agua dulce importantes y es necesario que se logren integrar todas las brechas de los ciudadanos que viven en diferentes zonas del país, sobre todo en las comunidades vulnerables para poder responder en cantidad y calidad.
“Es trabajo del Estado garantizar el derecho al acceso al agua y el saneamiento, esto incluye la participación de todos los actores de la sociedad”, enfatizó la especialista.
LA LEY
Flavia Fiore, directora de Gestión de Cuencas en el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) señaló que según un estudio de balance hídrico superficial del Paraguay, elaborado en el marco del proyecto programa Marco de la cuenca del Plata en el 2016, un 37% de los recursos hídricos va a la agricultura, mientras que el 32% a la ganadería, el 30% al consumo humano y 1% a las industrias.
A decir de la especialista, falta más información de lo que va destinado a las hidroeléctricas o las obras. “La distribución se da por las condiciones de infraestructura o el sistema de tasación. Somos un país productivo, agroexportador, con alto índice de desarrollo agrícola y en los informes va a aparecer que tenemos un uso mayor en el tema agrícola”.
Fiore resaltó que existen 2 cuencas que están siendo utilizadas para riego directo de los cultivos de arroz, pero al haber un crecimiento importante a mediados de 2013 en este rubro, también aumentó el uso del agua.
Dijo que el Mades, desde el 2018, está en un proceso de reglamentación de la Ley de Agua que permite establecer los permisos de uso para aprovechamiento de los recursos hídricos del país. Sin embargo, la parte de reglamentación es lo que dificulta la posibilidad de tener un inventario más preciso.
“Esta ley permitirá mayor seguridad de datos y mejor control. Hoy nos basamos en estudios regionales y se debe hacer una mejor gestión de las cuencas hidrográficas a nivel país”, finalizó la experta.
MÁS DATOS DE CEPAL
Según el estudio, en 2010, cerca de un cuarto de los tramos de ríos de la región estaba afectado por la contaminación patógena grave, y las concentraciones mensuales de bacteria coliforme fecal en el caudal superaban las 1.000 unidades formadoras de colonias (ufc) cada 100 mililitros (un aumento de casi dos tercios desde 1990).
La principal fuente de esta contaminación eran las aguas residuales domésticas provenientes de las alcantarillas, resultado de la insuficiente capacidad para tratar las aguas residuales. En cerca de la décima parte de los tramos de los ríos había contaminación salina grave y moderada, producto de prácticas inadecuadas de riego.
En los lagos más grandes hay contaminación debida al fósforo antropogénico que proviene principalmente de los residuos de la ganadería y los fertilizantes inorgánicos. En la región andina, por otro lado, la superficie de los glaciares está disminuyendo y varios ya han desaparecido, lo que afecta extensas áreas urbanas y rurales. Así, debido al cambio climático y a la gestión ineficaz, se pierden reservas estratégicas de agua dulce.