El país de los estudios de factibilidad caros e inútiles
“¿Cuándo se conocerá el estudio de factibilidad coreano sobre el tren de cercanía?”. El twitter preguntaba algo que en el Paraguay jamás tendrá respuesta definitiva. Es decir, cuándo un estudio de factibilidad técnica, financiera y económica tendrá fin y cuándo la obra así “factibilizada” pasará del papel al campo de la realización.
Esta nebulosa se debe a que el país es territorio fértil para toda clase de consultorías y asesorías en los ramos más inverosímiles que pueda uno imaginar.
Esta modalidad -curro dirían los porteños- ha estado dando de comer a generaciones enteras de consultores, especialistas, asesores, consejeros, letrados, orientadores, facilitadores, instructores, mentores y monitores que abarrotan centenares de oficinas dedicadas a producir al año montañas de estudios de factiblidad, diagnósticos, estrategias, manuales de procedimientos, tutoriales, instructivos, compendios y vademécums que, presuntamente, deberían desembocar en la puesta en marcha de las fases previas preparatorias que permitan articular interinstitucionalmente proyectos dirigidos a generar impacto multiplicador y transversal en la dinamización de sectores claves de la economía con vistas a mejorar las variables objetivas aplicadas a la elevación de los estándares de calidad de vida de sectores social y económicamente vulnerables con enfoque de género y visibilizando iniciativas que prioricen la influencia de actores centrales de la sociedad en su conjunto.
Todo esto se cotiza en dólares la hora, viáticos, hotelería y transporte, largas sesiones en talleres de trabajo en retiros y salones de conferencias adecuadamente provistos de catering, todo a cuenta del contratante, es decir el Estado, es decir, el contribuyente que las más de las veces ni se entera de la existencia de estas sanata-consultorías cuyos engendros desbordan los archivos polvorientos del Gobierno.
En el caso del “tren de cercanía” ya hubo un estudio de factibilidad encargado durante la gestión Cartes que costó un palo verde y que, a juicio de “especialistas”, ya quedó desfasado. Ahora hay que hacer otro… En realidad, otra sanata técnica que costará otro par de milloncitos y seguirá alimentando la semántica consultora, para regocijo de los deliverys y los catering, la hotelería especializada y los autos de alquiler.
Total, el país paga sin chistar… y sin saber.