Necesitamos una educación para el siglo XXI
Pretendimos enfrentar una pandemia engendrada por el siglo de las TICs primero con una medicina anclada en el siglo XX y ahora con una educación del siglo XIX. La clase dirigente -si es que puede llamársela de esa manera- tiene que poner un poquito más de inventiva aparte de buscar votantes para la próxima elección. Los lemas y propuestas que hacen conocer los que buscan candidatarase a intendentes o concejales dan pena por su cortedad de miras y sólo evidencian un diletantismo que estremece.
La pandemia está dejando bien claro que nuestro sistema educativo -al igual que el de salud-adolece de enormes vacíos provocados por una reforma descosida y dejada a medias y por una infraestructura anticuada e incapaz de reaccionar frente a emergencias sanitarias extremas.
Resulta más que evidente que los equipos de gestión de la educación tienen que ponerse a trabajar intensamente en repensar todo el sistema escolar en cuanto a locales, equipamientos y servicios necesarios para enfrentar con eficiencia futuras crisis sanitarias y resintiendo lo menos posible el calendario escolar. Eso no lo pueden hacer de manera independiente los dos ministerios afectados. Tienen que trabajar en forma conjunta de aquí en adelante. La pandemia actual va a continuar entre nosotros por algún tiempo y, a estar por las predicciones de especialistas, puede ser seguida por otra a corto o mediano plazo. La pregunta no es si habrá otro COVID19 sino cuándo se va a desencadenar.
Decíamos ayer que estos dos capítulos inmensos de la gestión pública, la salud y la educación, deben ser preservados de toda conflictividad política coyuntural. La dirigencia actual, tanto la que gestiona como la que mira de afuera, debe cancelar todo enfrentamiento y ponerse a trabajar en forma conjunta en preparación de un futuro del cual el impacto letal del coronavirus es apenas un anticipo de lo que nos espera.
Estamos a la espera de que el MEC proporcione un diagnóstico del estrago que ha causado la pandemia en 2020 en el universo escolar. También de la efectividad alcanzada por las clases virtuales y si han sido efectivas las “burbujas” educativas para salvar la presencialidad con el menor daño posible.
Nos debemos una educación para el siglo XXI, porque la que tenemos parece sacada directamente del siglo XIX.