La académica Lilian Soto, política y activista feminista, explica que la dictadura de Alfredo Stroessner, dejó a muchos sectores fuera de la participación política, y las mujeres no estuvieron exentas a eso. A partir del ingreso de la era democrática recién hubo un paulatino aumento, aunque escaso en porcentaje, de mujeres ocupando espacios de poder político.
“Ese proceso que empezó en la década de los 90, con el inicio de la democracia, teníamos menos de un 6% de mujeres en el parlamento. Eso fue subiendo porcentualmente pero a un ritmo sumamente lento, y llegamos a las elecciones del 2013 a un 16% de mujeres. Tasa de mujeres en el parlamento, sumando ambas cámaras”, explicó Soto.
Sin embargo, si se compara con la media regional de América Latina, que es el 30%, nuestro país está en el último lugar en lo que se refiere a la participación de mujeres electas para ocupar un lugar en el parlamento, en las juntas departamentales y/o mujeres nombradas como ministras en cargos gubernamentales.
Soto, quien es coautora del libro “Las mujeres y la política en Paraguay. ¿Qué mueven las mujeres en la política y que mueve la política en las mujeres?”, explicó que en las Elecciones Generales del 2018 se redujo a uno menos la cantidad de mujeres elegidas para ocupar una banca en el Congreso Nacional, pero como no se les permitió jurar como senadores activos a los ex presidentes Nicanor Duarte Frutos y Horacio Cartes, una mujer volvió a ingresar al parlamento y se equipara el porcentaje, que fue el caso de la senadora Mirta Gusinky.
DIFICULTADES
Para Lilian Soto hay algunos factores clave que en ocasiones dificultan la participación de las mujeres en política, y tiene que ver con una construcción social.
“Uno de los factores clave es que seguimos teniendo en Paraguay el núcleo duro de la división sexual del trabajo. Eso significa que se les considera a las mujeres como responsables de las tareas del hogar, responsables principales de la familia, que es la percepción mayoritaria”, comenta la activista.
Ahora bien, a partir de esa misma división, también existe una percepción social marcada, pues aunque según una encuesta realizada indica que la mayoría está a favor de la participación de mujeres en política, hay un obstáculo. “Al momento de preguntar si deben de priorizar la familia o activar en política, dicen la familia”, refiere Soto.
Otro de los aspectos que señala la académica es la dificultad monetaria, pues se necesita dinero para el financiamiento de las campañas, y las mujeres cuando consiguen medios económicos los dedican más a necesidades de sobrevivencia y no para la política.
VIOLENCIA
Uno de los aspectos que también genera trabas es la violencia política hacia las mujeres, hechos y ejemplos que se han multiplicado en los últimos años. Esto hace que otras mujeres le pongan una limitación a sus aspiraciones.
“No pasa por con quien mujer coincidamos o no, sino el tipo de agresión que reciben. E muy diferente que le digan bandido a un hombre o que le digan, como hicieron con una parlamentaria diciéndole “Prostituta te vamos a violar” con un cartel, o que le digan corrupta debes ir a la cárcel, a que la llamen “gata flora”. Y de ejemplos hay miles”, refirió la activista.
El común denominador social es que las mujeres son agraviadas por aspectos físicos y sexuales, y colocan un freno importante a la participación. “Sabes que esa exposición te va a llevar a soportar este tipo de agresiones”, dijo Lilian Soto.
EL BENEFICIO
Para la senadora y ex ministra de Salud, Esperanza Martínez, los roles asignados por una sociedad patriarcal de miles de años han hecho que las mujeres estén asignadas a las tareas de cuidado del hogar, a la maternidad, y que la actividad política y cargos públicos sean tareas asignadas a los hombres. Sin embargo, en nuestro tiempo las mujeres vienen reclamando espacios y desarrollando conquistas esenciales para mejorar la calidad de la democracia.
“Hoy vemos que hay un despertar de la necesidad de que las políticas públicas, el rol del Estado, el ejercicio del poder, deben ser compartidas entre hombres y mujeres, y que las mujeres puedan cambiar esta desigualdad social. La presencia de mujeres, con una visión de igualdad, van a ayudar a transformar el poder y construir una sociedad más igualitaria”, remarcó Martínez.
Es importante la participación paritaria de las mujeres, porque eso refleja una “mejora de la calidad democrática de la sociedad”, sostiene la ex ministra, apuntando que el mismo modelo democrático representa la igualdad de derechos.
Además, como los modelos democráticos de representación social están basados en zonas y culturas, es necesario entender también que hay dos mitades dentro de una misma sociedad que necesitan ser representadas.
“Sin duda alguna, hace falta la mirada femenina en muchas tomas de decisiones, somos más directas y prácticas, buscamos más el consenso y menos el lucimiento personal, pensamos más en la comunidad y menos en la competencia. Obviamente hay excepciones de ambos lados, pero por ser mujer normalmente somos más conciliadoras”, añadió la senadora Gerorgia Arrúa.
SENSIBILIDAD SOCIAL
Por su parte, la senadora Hermelinda Alvarenga es necesario que las mujeres tengan la mismas oportunidades que tienen los hombres para participar en política.
“Es muy necesaria la incorporación de más mujeres de la política, aunque es difícil porque las mujeres desempeñamos varias funciones, como madres, como profesionales o como esposas. Es difícil la tarea de una mujer frente a la de un hombre, pero es una necesidad”, refirió la senadora liberal.
De hecho, la senadora de Patria Querida Arrúa, una de las motivaciones es que el país necesita mejoras en los liderazgos.
“La mayoría se involucra porque ve la necesidad de que buenos líderes ocupen los espacios de decisión y normalmente son personas que ya están liderando en sus comisiones, asociales, cooperativas, y en otros espacios”, remarcó Nani.
Para Alvarenga, además, las mujeres le dan al servicio público mucha pasión, por sus mismas características, y resalta la emoción a las labores que siempre sobresalen en una mujer con compromiso social de trabajar por la gente necesitada.