¿Cuantas veces se cae un niño cuando está aprendiendo a caminar? Si le enseñásemos a un niño como de 9 meses o 1 año que está aprendiendo a equilibrarse, que caerse está mal, y que cada vez que se cae lo castigamos, ¿será que va a aprender rápido? No creo y tú tampoco lo crees seguro. ¡Desde luego que no! Porque es normal que se caiga, así como es normal que se le aplauda, se le aliente, incluso se le premios por intentarlo de vuelta, ¿no es así? Lo mismo podemos hacer con nosotros mismos, una vez que somos adultos (o adolescentes o jóvenes), deberíamos elegir motivarnos, alentarnos, premiarnos, cada vez que nos caemos y lo volvemos a intentar.
¿Cuántas veces se ríe un niño de una cosa?
Una vez estaba jugando con mi nena -en ese entonces ella tenía como 1 año- y le hice una broma, el famoso juego de taparse la cara y volver a mostrársela (eso les parece súper chistoso a los bebés) Y noté algo que seguro siempre supe pero que no me puse a pensar: no importa la cantidad de veces que yo me tapaba la cara (y “me escondía” de ella), y se la volvía a mostrar, ella reía a carcajadas. No sé si yo ponía una cara de payasita o qué, pero el punto es que todas las veces pasaba lo mismo, hasta que yo me cansase, claro. Si fuera por ella, jugaríamos eternamente.
El punto es que en ese momento me di cuenta de que los niños, ríen por una misma cosa infinidad de veces, para ellos el motivo que les causa gracia, es interminable, aunque se las repitas 700 veces, ellos seguirán riendo. ¿Y nosotros? ¿Cuántas veces nos reímos de un mismo tema? (si es que nos reímos).
Normalmente, una. Si después nos hacen la misma broma o nos dicen el mismo chiste, ya no nos causa gracia, ¿verdad? Y por otro lado, cuántas veces nos lamentamos por algo que no nos gusta? ¿Cuantas veces nos quejamos? ¿Cuantas veces lloramos? ¡Todas las que podamos! Muchas, varias veces. ¿Te das cuenta de la diferencia entre un niño y un adulto? Reír más y lamentarnos menos. Ese sería un buen comienzo.
Los niños no envidian. ¿De verdad te causa alegría y gratitud el éxito ajeno? Esa es una pregunta que sólo tú te la puedes responder. ¿De verdad sientes felicidad cuando otro es el que es “bendecido”? das las gracias por eso?
“La envidia es una declaración de inferioridad” dijo Napoleón Bonaparte. Y es muy cierto, ¿pero realmente somos sinceros con nosotros mismos en lo que se refiere a envidiar? La mayoría de nosotros diría que no envidia a nadie, ¿verdad?
Ahora, debemos saber y reconocer que el sólo hecho de pensar que fulano o mengano no se merece lo que tiene, ya es envidiar. Es que el hecho de NO alegrarnos cuando el otro logra algo que nosotros aún no hemos logrado, ya nos lo demuestra.
Y son esas “pequeñas” sensaciones que tenemos cuando nos enteramos de este tipo de cosas son las que nos delatan ante nosotros mismos, si realmente envidiamos o nos alegramos con el logro o la felicidad del otro.
Los niños no guardan rencor. Me imagino que no soy la única que vio a niños pelear y minutos después, estar jugando de vuelta. Creo que eso resume porqué ellos son tan felices. No andan por la vida enojados con los demás, no andan por allí criticando o hablando mal de fulano o sultana. No. Ellos viven cada momento como si fuera el último de sus vidas. ¡Olvidan pronto las peleas!
Así que, aprendamos de ellos, a vivir sin tanto rencor, alivianemos nuestras mochilas y caminemos más libres, libres de todo aquello que nos estanca, que nos impide avanzar. Y sobre todo, felices y en paz, como un niño.