La reelección presidencial no es mala en sí misma. Sí lo son los fenómenos periféricos a los que da lugar. El actual turno gobernante apenas ha cumplido 14 meses en el Palacio de López, le quedan todavía 46 y ya se habla de reelección. Sus impulsores carecen por completo de la capacidad de percepción de la realidad. Porque si lo tuvieran, caerían de inmediato en la cuenta de lo contraproducente que puede llegar a ser para el propio candidato a reelecto lanzarse a esa aventura. El anuncio contempla toda la liturgia habitual practicada por la feligresía colorada a lo largo de las décadas. Quienes peinan canas recuerdan bien el libreto disciplinadamente interpretado en los días del “precio de la paz” y de la “democracia sin comunismo”. El elenco estable convocaba a fervorosas asambleas partidarias con un solo punto a aprobar, el “imprimatur” oficial –acta de fe estronista sin desviacionismos ni infiltraciones- que luego, en formal procesión, era llevada ante el “caudillo providencial” rogándole que aceptara un periodo más de Gobierno. El “noble líder” tomaba el documento con gravedad y circunspección y pronunciaba los sagrados versículos: “Yo no he movido un dedo… pero si el, pueblo me lo pide, acepto”. Era prácticamente el “ite, misa est” que ponía fin a “una jornada más de democracia”. Faltan cuatro años para saber si el actual Gobierno ha servido para algo útil o pasará a la historia como un fiasco más, si ha ganado tiempo con saltos cualitativos en su gestión o simplemente lo ha desperdiciado como sus antecesores. Y aun cuando hubiera culminado con una gestión aceptable, eso no lo calificaría para aspirar a un nuevo periodo de Gobierno sólo porque sus correligionarios lo quieren. Eso, si es que se lograra incrustar a martillazos en la Constitución el consiguiente artículo autorizando la reelección. La bulímica ansiedad por mantener el poder mueve a ciertos estratos partidarios colorados a quemar etapas, adelantar cronogramas y allanar el camino que los atornille en cargos, privilegios y canonjías. En su niebla mental, no ven la realidad y la atropellan a toda velocidad. No sería extraño entonces que el choque sea inevitable con un escollo que, en este caso y en este tiempo, es nada menos que la ciudadanía alerta contra la re idiotización política. Ya sufrimos tres décadas de reeleccionismo. Fueron suficientes.
Re idiotización
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Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.
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