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Equidad de género: Mejor educación y más políticas públicas

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Para la directora comercial de la empresa Nauta, Josefina Bauer, los primeros días de la cuarentena total no fueron nada fáciles. Combinar el trabajo en la empresa con las tareas domésticas no parecía nada sencillo, ante la aparición de una crisis muy incierta. Como a muchas otras mujeres, le pasaba que no lograba desconectar nunca del trabajo, el día laboral se hacía interminable y fue más complicado, ya que en la firma tuvieron que tomar decisiones claves y estratégicas muy pesadas.

“Todo el tiempo estaba sentada, conectada a unas pantallas y cuadros, pero hoy es una nueva normalidad, sigo trabajando en casa, en el escritorio, de la misma manera que en abril, solo que antes era nuevo, diferente, ahora es habitual”, señaló la empresaria.

Agregó que ahora cuenta con ayuda doméstica, pero los primeros días de la cuarentena, que quedaron solos en casa, muchas veces tenía reuniones y apagaba la cámara porque tenía que ir a cocinar o aparecían sus hijas queriendo consultarle algo.

“No viví esas complicaciones que quizás otras mamás con hijos más chicos o que no tenían las comodidades que yo tenía, debió haber sido más complicado de lograr. En la empresa somos todas mujeres y a muchas personas que tenían hijos pequeños se les complicaba el tema de poder trabajar”, recordó.

Asimismo, dijo que le gusta salir del statu quo, son adaptaciones, flexibilidad, se puede ver el vaso medio lleno y quejarse por lo que estamos pasando, pero existe la posibilidad de seguir trabajando en casa. “Es una bendición enorme estar a tiempo completo en casa y controlar lo que sucede en el hogar, si bien es más desordenado preparar un pollo mientras estás entrenado una reunión, es fantástico porque te ayuda a salir de la rutina y lo cotidiano”, expresó Bauer.

Por su parte, Carmen Vallejo, especialista en género del Programa de Naciones Unidas, explicó que la pandemia enfatizó la desigualdad ya existente y la distribución poco equitativa de las tareas en la casa.

“Lo que antes se hacía rápidamente cuando volvías del trabajo, se volvió más pesado. Más tiempo en casa, ensuciando más, revisando que hayan mejores comidas porque los niños estaban en el hogar, pues antes comían fuera o llevaban su alimento. Además, con el teletrabajo las mujeres estaban más cargadas y debían asumir el rol de maestras, había clases online y lo más pequeños necesitaban compañía”.

Agregó que fue un tiempo para acomodarse a los nuevos estilos, al principio fue un descubrimiento porque todo estábamos perdidos con las nuevas herramientas. “Una educación formal desde muy pequeños en las tareas que puedan hacer cuando vuelvan a casa puede ser una gran contribución para lograr la igualdad de las personas, además de más políticas públicas en el país”, acotó la especialista.

1000 VOCES

El estudio “Mil voces: amplificando las voces de las personas referentes en las comunidades”, impulsado por el Observatorio de Políticas Públicas y Derechos de la Niñez y la Adolescencia, de la Coordinadora por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia (CDIA),reveló que el confinamiento trajo aparejados dos desafíos, el aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes desde las casas y el aumento de las tareas domésticas.

En este sentido, siguen siendo las mujeres las principales responsables de asumir estas actividades. Según contestó el 97.2% de los encuestados. Esta responsabilidad aumentó el 83.2%.

La distribución de las tareas domésticas y de cuidados al interior de las familias sigue siendo baja. Son las mujeres quienes llevan todo el peso del trabajo no remunerado asociado a lo anterior.

Aníbal Cabrera, director ejecutivo de CDIA, precisó que no hay políticas de cuidado en Paraguay, como sí existen en el vecino país de Uruguay. Los adultos mayores, los enfermos, las personas con discapacidad y los niños son los cuatro grupos de población que necesitan un cuidado especial, dada su condición. A esto se le suman las tareas domésticas no remuneradas que recaen en las niñas, adolescentes y mujeres.

“Los hombres no se hicieron cargo de las tareas en el hogar en el tiempo de la cuarentena. Se dice que “qué guapo es el hombre que cocina”, y no es porque sea guapo, es su corresponsabilidad, hay un pensamiento arraigado muy machista y patriarcal. Mientras que el sistema educativo no hable de cambiar las condiciones de inequidad vamos a seguir teniendo esa reproducción sociocultural. La educación debe cambiar las pautas socioculturales de generación en generación, eso no cambia de la noche a la mañana, pero en 10 años puede ir modificándose”, aseguró Cabrera.

Otro factor que influye en esta desigualdad de género es la comunicación pública, pues a decir del secretario ejecutivo, en la medida que no hayan campañas de comunicación referidas a estos temas y que las política públicas no tengan una visión de género, seguiremos reproduciendo la desigualdad que a su vez trae violencia y pobreza.

“Si en cada barrio hay una guardería donde las mujeres puedan dejar a sus hijos, tener autonomía económica y libertad de expresión sobre sus acciones, vamos a tener menor situación de violencia y menos de pobreza. Los hombres tenemos una condición de privilegio que no es natural, sino una construcción social que hace que mujeres y niñas sean menos”, lamentó.

LAS MUJERES RURALES

En las zonas rurales estas situaciones de inequidad se dan con mayor eventualidad. Alicia Amarilla, dirigente campesina y coordinadora nacional de Conamuri, una organización que nació hace más de 20 años como respuesta a la necesidad de un espacio para la defensa de los derechos, dijo que los cuidados del hogar se triplican para las mujeres rurales.

“La educación queda en manos de las mujeres y si tenés 3 o 4 hijos la situación es más complicada, pues deben acompañarles en el proceso de estudio. En este proceso de pandemia estuvimos trabajamos más en temas de producción de la tierra, porque sabemos que vendrán tiempos peores con el cambio climático y las sequías. Empezamos a concienciarnos para hacer huertas comunitarias y acompañar a las urbanas, entonces el trabajo fue triple”.

Continuó explicando que el quedarse en casa agravó las situaciones y en la campaña, donde el sistema de salud no es el óptimo, hizo que surgieran muchos embarazos no deseados, inclusive ya chicas jóvenes con hijos pequeños.

LOS ORÍGENES

“Manejar una organización, sindicato o centro de estudiantes en Paraguay, culturalmente está asumido como algo para los hombres, siendo el espacio del cuidado familiar para las mujeres, y es una estructura originaria hasta de la Revolución Francesa que los padres de la moderna democracia no reconocían a las mujeres”, acotó el sociólogo Marcelo Lachi.

En la Declaración de los Derechos del Ciudadano se dijo que todos los individuos son iguales pero no entendían que la mujer era un individuo. “Las mujeres tuvieron que armar un movimiento feminista para buscar la igualdad y lentamente fueron adquiriendo puestos de discusión y el derecho a voto”.

El especialista afirmó que no es un proceso rápido el modificar una cultura que está estructurada sobre la diferencia de roles, el jefe de familia, el que lleva la comida a la mesa es el hombre y la mujer cuida a los hijos y la mesa donde está la comida llevada por el hombre.

“Hace 10 años a nadie le pasaba por la cabeza el tema del aborto, era fuera de toda lógica. Hay una cultura tradicional de división de roles que se mantiene porque es sustento a su propia identidad de pueblo, una cultura patriarcal muy fuerte, y también en las escuelas hay una cultura stronista autoritaria”.

Finalmente, dijo que en las escuelas hay docentes que no aceptan un cuestionamiento, lo que impide a los jóvenes crecer intelectualmente y los acostumbran a hacer sometidos a la autoridad y reproducir el sistema patriarcal.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.