Diego Schwartzman no para de crecer. Ese 1,70 metro lo duplicó, en el que batalló durante 5:08hs para ganarle por los cuartos de Roland Garros a su amigo Dominic Thiem, quien este año jugó la final de Australia y ganó el US Open. El resultado fue de 7-6 (1), 5-7, 6-7 (6), 7-6 (5) y 6-2.
En el set inicial ambos se quebraron una vez hasta llegar al tie-break, instancia en la que el argentino se impuso 7-1 para levarse el set en 1:01hs.
Thiem cometió más errores (19 a 13) y metió más winners (19-11) pero desapareció en el desempate; hasta allí, Schwartzman había ganado apenas dos puntos más (38 a 36).
Hubo una jugada polémica, con la cual Thiem quebró para 4-2 tras una bola que la jueza vio en la línea, pero el porteño le reclamaba que había picado afuera. Ambos veían el mismo pique, pero no se ponían de acuerdo; al cabo se tomó la decisión de la jueza, así lo informó el medio Olé.
Thiem le quebró al comienzo del segundo, pero Schwartzman se la devolvió para el 3-3 luego de mantener un game clave en el 3-2 con lluvia y viento, que obligó a frenar las acciones unos minutos, pero no fue necesario cerrar el techo y siguieron.
Los dos se devolvían todo y el Peque cerraba bien los puntos en la red. Thiem parecía cansado, hasta que llegaron al 4-4 con el saque del argentino, un game que duró 16 minutos; el austríaco tuvo siete break points, pero el porteño pudo mantenerlo. El game clave fue el 4-5 al saque Thiem: estuvo 15-30 y Schwartzman desperdició una pelota increíble que lo hubiese puesto con doble match point. Luego, el Peque siguió enganchado y equivocándose; el europeo aprovechó e hilvanó tres games para ganarlo 7-5. Ya iban 2h12m de un partido largo.
«No puedo parar de pensar en la pelota que erré», dijo Schartzman en el 2°, se ponía set point.
¿Por qué iba a ser diferente el tercero? Sí hubo más errores y menos puntos largos. Se habían quebrado dos veces cada uno y llegó la tercera del Peque, que sacó 5-3, pero lo perdió en cero ese game para que otra vez llegaran equilibrados al final del capítulo. El primer set point fue para el argento, que en el 4-5 y saque 30-40 de Thiem no lo pudo aprovechar por un revés largo. Otra vez, como en los dos sets anteriores, llegaban 5-5.
Quizá frustrado por la oportunidad perdida, Peque seguía reprochándose y hasta pidiéndole a Juan Chela, su coach, que no le dijera más «vamos». Mientras tanto, Thiem seguía enfocado y quebraba para 6-5, pero luego desaprovechó su chance y llegaron a un segundo tie-break. Tras ir 5-1, a Thiem casi se le escapa, pero lo cerró 8-6. Ya era un maratón de 3h21m.
El cuarto empezó mal para Peque, con el 2-0 a favor del austríaco. Para peor, las ampollas comenzaron a molestar al argentino, que pidió tiempo para que el médico le colocara una crema en su mano derecha y apósitos, parecía la mano de una momia. Quizá el parate le vino bien al Peque, que lo igualó, quebró y se puso 4-2. Ya habían pasado cuatro horas, atardecía en París y en la cancha se prendían las luces. Adentro no había tanto brillo, sino esfuerzo. Era el 18° set en el torneo para Thiem, dos menos para Diego, que sacó 5-3 para igualarlo y hasta tuvo tres sets points (40-0), pero no lo pudo cerrar. Así llegaron al tie-break, que el Peque se lo llevó 7-5. Sumaban 4h34m. Y el quinto es largo en Roland Garros, no hay tie-break.
El Peque lo resolvió bien y lo empezó a ganar cuando quebró 4-2. Como él dijo después, en ese final se merecía ganarlo, y así lo hizo. Para terminar «muy cansado pero muy feliz».