El París Saint-Germain (PSG), ya está donde lleva tiempo soñando estar. Esta es una meta a la que ha llegado tras un largo y arduo camino adornado con estrellas y purpurina, pero en el que ha terminado alcanzando la gloria gracias a un ángel y dos demonios. En el buen sentido de la palabra.
La primera mitad fue un reflejo de la lógica. Aunque esta ya se había disfrazado de locura tantas veces que nadie sabía dónde acababa la realidad y empezaba la ficción. No eran pocos los que pensaban que el PSG era claro favorito y, al segundo, se acordaban del Lyon y sus machadas ante Juve o City o del Tottenham y el Atlético tirados en la cuneta mientras que el RasenBallsport Leipzig aceleraba hacia rondas superiores.
Pero esa duda quedó disipada en los primeros minutos. Más allá de un marcador que pudo ser aún más holgado al descanso, los de Tuchel demostraron por qué sus traspasos están llenos de ceros, de expectación, de rumores previos y de repercusión a nivel mundial. Bueno, no nos engañemos. Eso fue cosa casi exclusiva de Mbappé, Neymar y Di María.
La dupla más famosa de París protagonizó buena parte del peligro de su equipo. Y como nunca hay dos sin tres, la excelsa calidad del argentino completó el tridente del terror. De hecho, en lo tangible, el argentino fue más importante con el tanto del 0-2 y sus dos asistencias.
El RB Leipzig anduvo lejos del nivel que le llevó hasta la semifinal. Dejó muchos errores defensivos, más de los que se vieron en más de un partido en la Bundesliga. Especialmente blando se mostró Gulacsi. Si ya es potencialmente peligroso el ataque del PSG, con facilidades es, sencillamente, un rodillo que acaba con cualquier esperanza rival.
UN ÁNGEL Y DOS DEMONIOS
Mbappé y Neymar ‘endiablaron’ los primeros minutos. El primero asistió al segundo en el 7′ para que este siguiese con su pólvora mojada y mandase el mano a mano a la madera. Y un minutos después, se intercambiaron los papeles. Gulacsi se durmió y el ex del Barça cortó sus despeje. La bola llegó a Mbappé, que marcó pero vio cómo le anulaban el tanto por mano de su compañero.
La magia ya la estaban poniendo ellos, pero faltaba la realidad. Y esa llegó por gracias de Ángel di María. El argentino puso una falta con música para que la cabeza de Marquinhos completase un tema que bien se podía titular como ‘Camino a la final’. El brasileño repitió como goleador tras los cuartos al alojar en la red el gran balón del ‘Fideo’.
Mbappé se topó con el pecho de Gulacsi antes de que Poulsen firmara uno de los primeros avisos peligrosos del cuadro alemán, pero su remate no encontró portería por poco. Todo esto fue el aperitivo de otro ¡uy¡ de Neymar y del 0-2 que casi acabó con el partido.
Ney sorprendió a Gulacsi, despistado y mal colocado, con una falta lejana que acabó besando el mismo palo que ya le negó el tanto al ex azulgrana. Pero sí lo encontró Di María, gracias a su compañero, tres minutos antes del descanso.
El portero del RB Leipzig se equivocó, una vez más, y le dio el balón al ’10’ del PSG cuando intentaba jugar la bola. Este vio al argentino en el área y la clase de Ángel hizo el resto.
Ese gol mató a un equipo que, aunque intentó levantarse e incluso rozó un amago tras el descanso, ya nunca soñaría con los ojos abiertos.
0-3, honor y gracias
Comenzó con esperanzas y fe el cuadro de Nagelsmann. Este hizo dos cambios en el descanso, pero ni Forsberg ni Shick dieron ese paso milagroso que necesitaban los germanos.
Tras un par de acercamientos peligrosos y unos minutos más que dignos, llegó la sentencia. Hasta el 56′ llegó la gasolina a los alemanes, que sucumbieron ante otra asistencia del ‘Fideo’ y el tanto de un inesperado invitado al festival goleador.
Bernat grabó su nombre en la semifinal gracias, por este orden, a Gulacsi, Mukiele y Di María. El primero no supo dominar un balón al que llegaba con creces. Este terminó en los pies del central, que simuló una falta que nadie vio y permitió a Di María recuperar la bola y encontrar al español en el área. Este batió al portero polaco y puso punto y final a la historia en Lisboa.
Hasta el final, Mbappé y Neymar intentaron lograr su gol hasta la saciedad. No lo lograron, pero se y nos divirtieron igualmente. Los minutos se consumieron, como la fe alemana, entre llegadas con más corazón que cabeza y contraataques que no alteraron el marcador.
El PSG ya espera rival en la final. Este saldrá del Bayern-Lyon del miércoles, aunque, hasta entonces, en París ya festejan este logro casi como si de una ‘Orejona’ se tratase.
