La denuncia del licenciado Benjamín Grassi -que supo ponerle glamur al pronóstico del tiempo- iluminó intensamente los oscuros sótanos de la pandemia: el abandono en que han sido dejados los pacientes crónicos de otras enfermedades, no pocos de ellos con un serio agravamiento de sus padecimientos.
Es bajo todo punto de vista intolerable. Pacientes oncológicos, dializados o dependientes de diversas formas de medicinas y especialidades médicas extremadamente caras salen a denunciar su penosa situación, en especial aquellos que tras aportar rigurosamente al seguro médico del Instituto de Previsión Social deben soportar el insulto de que un burócrata de turno les diga que su medicamento no existe en la farmacia de la institución.
¿Qué debe hacer una persona que recibe semejante “explicación” cuando su salud pende de un hilo, cuando el específico necesario para su tratamiento hace la diferencia entre la vida y la muerte? ¿Quién lo representa en sus derechos violados, el defensor del pueblo, algún diputado o senador? ¿Para qué están en el consejo de administración el representante de los empleadores, el de los trabajadores aportantes, el de jubilados y pensionados? ¿Para salir en la foto de la página web y cobrar sus crecidas dietas como consejeros? ¿Les importa en algo el destino de sus representados o simplemente son un trio más de burócratas insensibles?
Una vez más repetiremos el argumento que tuvimos que escuchar, una y otra vez, al inicio de la emergencia sanitaria y al declararse la cuarentena cuyos efectos directos y colaterales son cada día más devastadores. Nos dijeron que el encierro no iba a evitar la difusión del virus pero que serviría para preparar al sistema sanitario para el momento en que la pandemia “alcance el pico”.
Para los enfermos crónicos dependientes de medicamentos y tratamientos especiales, la explicación suena a chiste. ¿Qué prepararon, dónde están los medicamentos cuya compra debería
estar programada y para los cuales se supone están previstas las partidas presupuestarias correspondientes? ¿Es el IPS víctima del efecto sábana corta, si tapa los pies no tapa la cabeza, y viceversa?
Queda en evidencia que la que sí se preparó con tiempo fue la cofradía filibustera para entrar a
saco en el tesoro público. El abordaje quedó en animación suspendida. Veremos hasta cuándo.