La Expo Mariano Roque Alonso se convirtió en una vidriera para mostrar al mundo lo mejor de la artesanía paraguaya. Cientos de personas recorrían el Pabellón del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) para encontrar productos de alta calidad hechos por manos artistas de todas partes del país.
La situación generada por la pandemia hizo que este encuentro anual no se llevara a cabo, lo que devino en un duro golpe para quienes viven de la artesanía en el Paraguay. Darío Cuenca, presidente de la Asociación de Artesanos de Tobatí, comentó que es imposible dimensionar el efecto negativo. Cada compañero exponía sus productos y siempre tenían buenos resultados y mucha aceptación.
Refirió que a pesar de que las ganancias varían entre artesanos y los precios de los productos en venta. Generalmente, lograban obtener un monto de entre G. 4 millones a G. 5 millones gracias a las personas que se acercaban a comprarles en la Expo.
“Unos 15 artesanos de Tobatí solíamos vender, se podían encontrar productos de preservación y desarrollo de bambú, esculturas de maderas, tallado de madera, principalmente cedro y palo santo, cuadros de fachadas coloniales o productos de cuero como termos forrados”, refirió Cuenca.
La Asociación tiene un proyecto que permite vender prácticamente directo al consumidor. Hace 7 años que se encuentran en el Cerro Mirador, casi 14 familias, pero por el Covid-19 ya no están pudiendo vender sus creaciones en el lugar. Afirmó que cerca de 200 artesanos venden a revendedores en las galerías en Asunción.
“Muchas personas pudieron vender a través de las redes, pero la pandemia afectó mucho, hay artesanos que no están vendiendo, pero a través del IPA se están moviendo para vender a través de espacios virtuales”.
Finalmente, resaltó que la ayuda por parte del IPA y el Estado durante todo este tiempo fue insuficiente y actualmente se ayudan entre compañeros para poder salir de la crisis.
LA EXPO 2019
El stand del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) en la Expo Mariano Roque Alonso 2019 contó con los trabajos de más de 80 artesanos de todo el país quienes a la vez de vender, hicieron demostraciones de sus habilidades.
Ubicado en la Calle B y la Calle 3, cerca de la entrada principal, reflejó la nueva mirada que hay desde la institución, donde se privilegia la autoría, las piezas únicas, la visibilidad de cada modalidad y cada comunidad.
También se ofrecieron talleres de ñandutí, encaje ju, cerámica, crochet, entrelazado de karanday y joyería en filigran.