“El Covid-19 no sustenta a la democracia… Del miedo se alimentan los autócratas… En la crisis, las personas vuelven a buscar líderes”.
Estas inquietantes definiciones pertenecen a Byung-Chul Han, escritor, filósofo y profesor universitario surcoreano, confiadas a la agencia española EFE. Según Han, nos encaminamos hacia un régimen de vigilancia biopolítica, campeón de la cual es China, que es capaz de detectar con sensores remotos si una persona está desarrollando el virus y darle órdenes de aislamiento a través del celular.
No sólo eso, todas las personas que estuvieron en proximidad directa del contagiado recibirán idénticas órdenes. ¿Cómo se llega a eso? La inteligencia artificial, el GPS, la telefonía celular 5G y la vigilancia satelital combinados completan la trazabilidad on line de los movimientos de cada ciudadano a partir del mapeo de su rostro.
Las herramientas de vigilancia, por sí mismas, no serían las generadoras de autocracias. Lo haría el miedo. “Vivimos en una sociedad de supervivencia que se basa en última instancia en el miedo a la muerte” considera Han. Es en ese punto que “se pierde todo sentido de la buena vida y hasta el placer también se sacrificará al propósito más elevado de la propia salud”.
No sería la primera vez que la libertad se sacrifique ante el altar de la seguridad. Con este garrote, la humanidad ha sido corrida tanto por izquierda como por derecha. Durante la dictadura estronista, el cuco era el “comunismo ateo y materialista”. Las dictaduras del presente, con Cuba y Venezuela a la cabeza, someten a sus pueblos con la amenaza del “neoliberalismo destructivo y deshumanizante”.
¿Estamos lejos de caer nuevamente en esos esquemas dictatoriales? Si nos ponemos a pensar en lo fácil que hemos admitido ser confinados en nuestra casa, cortarnos el acceso al trabajo, negarnos el esparcimiento público y prohibirnos viajar dentro o fuera del territorio, podríamos pensar que tan lejos no estamos.
Por el momento, aceptamos que los intendentes y concejales municipales, cuyos mandatos fenecían este año, continúen en sus cargos hasta que se puedan celebrar nuevas elecciones. ¿Cuándo? Sólo Dios lo sabe.
¿Qué sigue? ¿La “nueva normalidad” de la que ya se habla?
