El pasado 11 de julio se conmemoró el Día Mundial de la Población, por ello, el Instituto Nacional de Estadística (INE) recordó que en Paraguay, la cifra preliminar de habitantes es de 6.109.644 personas, de las cuales 3.078.994 son hombres y 3.030.650 son mujeres. Estos datos provienen del Censo Nacional de Población y Viviendas 2022.
La región viene atravesando un proceso de importantes cambios poblacionales, y nuestro país no escapa a esa realidad.
Hablar de cambios poblacionales implica que a medida que las personas nacen, mueren o se mudan, estos van afectando o modificando año a año el ritmo de crecimiento de la población, a la vez que va modificando la composición por edad y sexo (cantidad de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores).
Según el nivel de cambios que se fueron dando en todos los países se establecen o identifican ciertas etapas o estadios, denominados etapas de la transición demográfica. La mayoría de los países de América Latina y el Caribe está atravesando por una transición demográfica plena y otros, los más envejecidos por una transición avanzada. Paraguay se halla en la primera, en transición plena, experimentando importantes cambios, sobre todo en el nivel de la natalidad y la mortalidad.
Los principales datos acerca de la estructura poblacional actual refieren que la población de 0 a 14 años de edad representa el 24,3%; la población de 15 a 64 años de edad representa el 66,9% y la población de 65 años y más de edad representa el 8,8%.
Una señal de los cambios poblacionales se observa mediante el número promedio de personas dentro del hogar. Los hogares en Paraguay experimentan un proceso de reducción de su tamaño, producto principalmente de la disminución del número de hijos. Se observa una baja sistemática; en 1950, en promedio el tamaño del hogar era de 5,4 personas; en la década del 90 era de 4,8 y en 2022 es de 3,5 personas.
El proceso de transformación poblacional también lo muestra el “promedio de hijos por mujer”. La natalidad, es uno de los componentes demográficos que más efecto tiene en el crecimiento de una población. Si baja de manera sostenida, hace que la población vaya desacelerándose en su crecimiento natural año a año.
Alrededor de 1950, las mujeres en edad reproductiva tenían en promedio 6,5 hijos, en la década del 90 el promedio era de 4,31, mientras que la última cifra del indicador para el 2016, de acuerdo a los datos de la Encuesta MICS es de 2,5 hijos.
Este proceso de reducción en la fecundidad de las mujeres tiene un rápido efecto en la estructura poblacional, produciendo menor peso o porcentaje de la población menor (bebés, niños y adolescentes).
En las últimas décadas, ha cobrado mucha importancia lo que se denomina Bono Demográfico. Se trata de una especie de saldo poblacional disponible, constituido por una población en edad potencial de trabajar y producir. Este posible impacto que representa una oportunidad o ventaja en el crecimiento económico, se presenta como un fenómeno único e histórico en el devenir de la población, ya que puede propiciar un impulso para el ahorro, o una acumulación acelerada del capital y de la reducción del gasto en personas dependientes.
En suma, el efecto combinado de este “bono” con el de políticas efectivas en otras áreas puede estimular el crecimiento económico. Muchos de los países en desarrollo como el nuestro, tienen de esta manera la oportunidad de convertir la transición demográfica en beneficio económico.