Lo primero que se nota al visitar cualquier ciudad europea es el tratamiento de los espacios públicos dedicados exclusivamente a peatones. Las áreas caminables son extensas, abarcativas de los cascos históricos y, sobre todo, con acceso directo a todas las áreas comerciales a las que se puede llegar simplemente caminando, sin interferencia alguna de vehículos particulares o de transporte público. Este es un concepto que en la mayoría de las ciudades latinoamericanas se remite a unas pocas cuadras y que, en el caso de Asunción, simplemente no existe.
Las razones de este comportamiento colectivo se centran principalmente en dos: escasez de lugares para estacionar y la costumbre provinciana de llegar a destino con el vehículo, si posible fuere, hasta la propia puerta de entrada.
El atraso urbanístico que padece la ciudad es enorme. La municipalidad carece por completo de recursos para iniciar las transformaciones que Asunción está esperando hace tiempo. Hasta ahora ha sido imposible encarar, por ejemplo, la peatonalización del núcleo histórico de la ciudad que comprende un puñado de manzanas, por ejemplo, las que integran las plazas del Congreso, la Plaza de Armas, el Parque de la Victoria y demás espacios verdes a las que rodean la Catedral, el viejo Cabildo, el antiguo edificio donde funciona la Policía Nacional, los fondos del Teatro Municipal, el ex Colegio Militar convertido hoy en sede del Congreso y otros edificios de valor patrimonial entre los cuales sobresale el Palacio de Gobierno. Las ciudades que han puesto en valor sus áreas históricas han prohibido el tránsito vehicular reservándolas a los peatones, en especial turistas que llegan a disfrutar el color local.
Naturalmente, volver exclusivamente peatonal una calle o un conjunto de ellas requiere un amplio acuerdo con residentes, comerciantes o usuarios de oficinas y edificios ubicados sobre ellas. En el caso de la calle Palma, todos los intentos en esa dirección quedaron en la nada. Apenas se han acordado fechas durante las cuales la calzada queda habilitada por unas horas para los peatones, en especial fechas históricas o festivales que convocan multitudes. Pero de ahí no se ha pasado. Hace falta un liderazgo municipal inteligente e innovador que empuje con firmeza la transformación de un centro histórico deteriorado y que necesita ser recuperado cuanto antes.
