El poder de presión -y de daño, hay que agregar- que tienen los camioneros travestidos en “empresarios del transporte” es enorme. La ciudadanía padece el diario viacrucis al que es sometida por estos agavillados ante la absoluta inacción del Gobierno, incapaz de poner de rodillas a estos sinvergüenzas cuyos intereses miserables siguen por encima del servicio público que debe prestarse a la ciudadanía.
Alguien vinculado a los métodos de cálculo de difusión del COVID 19 en ambientes cerrados y atestados durante horas -por ejemplo, el interior del chatarrerío del “transporte público”-, debería poder estimar el potencial de transmisiones del virus chino. No debe ser complicado. El Ciudadano X sube en Capiatá o en Limpio o en Ypané, rumbo a su trabajo en otra parte del conurbano, por ejemplo, el centro de Asunción, adonde llega luego de hora y media de viaje. Ya sea sentado brazo contra brazo o de pie y “asandwichado” (perdón por el neologismo) entre otros cuatro viajeros recibiendo la respiración de todos, los infaltables estornudos y el rozamiento inevitable de cuerpos durante 90 minutos, el viajero convive con un “contenido” de pasajeros parcialmente renovado durante el trayecto y los también inevitables cretinos que se creen inmortales y no usan tapabocas.
Ese viajero, al llegar a su lugar de trabajo, seguramente deberá lavarse las manos con jabón y tratárselas con alcohol en gel. ¿De qué demonios sirve eso si toda su persona puede estar impregnada del virus? Esos viajeros son verdaderas bombas biológicas involuntarias pero consientes de su condición contra la que no puede hacer nada porque a nadie le importa, empezando por la propia autoridad sanitaria, el infierno al que son arrojados día tras día por imperio de camioneros criminales.
El Presidente y el Ministro de Salud ya saben lo que pueden hacer con su farragoso “decreto pandémico”, cada día más largo en consideraciones previas y cada día más inocuo para los efectos prácticos. ¿Es que no se dan cuenta de que ya no sirven para nada sus papeluchos porque con su incapacidad de gestión y control se burlan de sus propias disposiciones?
Sería difícil establecer conexión entre esos viajes infernales y el aumento de muertes diarias. En Japón bastaría con apretar un botón. En el Paraguay es tan inalcanzable como pedir más vacunas.
