Los negacionistas del COVID sacaron de quicio al presidente francés.
“Esta vez se queda usted en casa, no nosotros”. Con esta sentencia dirigida a los antivacunas, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, desató una polémica en la que el mandatario fue equiparado casi a un dictador al estilo de la América Latina de los años ’70. ¿Qué había pasado?
Las sucesivas aperturas y cierres de actividades en toda Europa estaban provocando grandes daños a la economía en la búsqueda de ahorrar todas las vidas posibles ante un virus que no cesa de travestirse para ir en busca de más víctimas. Su ultima versión, Delta, es la sombra negra que persigue a los gobernantes obligándolos a tomar determinaciones antipáticas y siempre linderas con la violación de derechos individuales y colectivos. La única arma que se reveló eficaz contra el virus es la vacunación que, a medida que avanza en cobertura, hace descender el numero de fallecidos y hospitalizados.
Y es allí, precisamente allí, en donde atacaron los antivacunas. El pasado sábado 17, unos 20.000 parisinos salieron a las calles demandando libertad y en rechazo a la “dictadura sanitaria” personalizada en Macron. Sin embargo, hay una creciente ola de repudio a estas actitudes antivacunas que el tabloide Le Parisien, de línea centro-derecha, reflejó en una encuesta según la cual, el 70% de los franceses aboga por la obligatoriedad de la vacuna anti COVID19 mientras el 65% apoya la restricción de acceso a lugares públicos de los remisos.
El tema de fondo que alimenta esta controversia es que las vacunas contra el COVID19 sólo tienen aprobación provisoria de la OMS hasta que cada proceso llegue a la fase IV, que incluye un estudio de los efectos farmacológicos de cada vacuna y a identificar y determinar posibles reacciones adversas, en especial las que se generan a largo plazo. Y eso lleva tiempo. Mientras tanto, el organismo mundial de vigilancia de la salud no recomienda hacer obligatoria la inmunización anti COVID19, como sí ocurre con las vacunas pediátricas que, en el contexto escolar, tienen éxito en garantizar la inmunización masiva de los niños. En nuestro país, el programa PAI protege contra tuberculosis, difteria, coqueluche, tétano, poliomielítis, sarampión, papera y rubéola, e incluso ha recibido elogios de la OMS-OPS por su efectividad.
Por el momento, los antivacunas son una comunidad minúscula aunque muy ruidosa y capaz de sacar de quicio a más de un político veterano.