La peregrinación a Caacupé, ya sea para pagar una promesa a la Virgen o para encontrar alivio dentro de la fe, representa un aspecto central en la vida de muchos paraguayos que se refugian en esta costumbre ya establecida cultural e históricamente hablando.
Declarada como “capital religiosa del país”, Caacupé se destaca por una gran afluencia de fieles en esta época del año, quienes generalmente buscan pagar alguna promesa con la Virgen y reencontrarse con el sentido espiritual y la identidad religiosa que mantiene la ciudad para los católicos del país.
“Yo creo que la peregrinación es un espacio de sentido. Constituye un elemento válido, importante y por momentos urgente para la ciudadanía; de alguna manera se genera un intercambio entre las creencias y la devolución de la deuda o lo que se percibe como favor”, expresó el antropólogo Agustín Barúa.
Aparte del sentido religioso, el experto manifestó que la peregrinación también cuenta con una connotación política, pues en una sociedad tan desigual como la nuestra, institucionalmente quebrada, se intenta reanimar esto a través de las creencias, en este caso por medio de Dios y la Virgen.
“Fácilmente uno puede ser desdeñoso con este nivel de religiosidad y no comprender su importancia y también las complejidades socioculturales que muchas veces se destaca con ella. En la Antropología Contemporánea se estudia esto a través del mundo de las religiones”, puntualizó Barúa.
Al respecto, el antropólogo subrayó la necesidad de no ver todos estos aspectos en términos de lo que es bueno o malo, sino como una oportunidad de multiplicidad de relatos, interpretaciones y narrativas de lo que significa la peregrinación.
“Esto porque realmente representa uno de los acontecimientos con una masividad importante en el Paraguay y allí hay una riqueza que no podemos dejar de pasar de vista”, priorizó.
SENTIDO HISTÓRICO
De acuerdo al historiador Fabián Chamorro, la peregrinación proviene específicamente de la Iglesia Católica y es una costumbre traída por parte de los españoles. No se sabe específicamente desde cuándo empieza esta actividad en Caacupé, pero ya contaba con una importante connotación.
“Tanto era así que el ejército paraguayo, en Azcurra de Caacupé en 1869, el padre Fidel Maíz se dio cuenta que las mujeres iban en peregrinación hasta la Iglesia de Caacupé. Cuando termina la guerra y teniendo en cuenta esa actividad y devoción hacia la Virgen, crea la famosa leyenda del indio José”, explicó el especialista.
Prosigue diciendo que el padre crea la historia dándose cuenta del arraigo hacia la figura de Caacupé, haciendo eso porque la guerra causó destrucciones no solo en términos materiales al Paraguay, sino también en el aspecto espiritual, pues quebró la identidad paraguaya y al país mismo. “Así, el padre Maíz vio a la Virgen como una manera de aglutinar nuevamente a las personas a través de una figura religiosa. Después de la guerra con Bolivia fue que explotó la devoción hacia la Virgen porque fue una de las figuras elegidas por los soldados a la hora de encomendarse antes de asistir a la batalla”, aseveró.
El nivel de devoción y religiosidad posteriormente se mantuvo y es lo que seguimos observando tras constantes peregrinaciones a Caacupé durante estas fechas. Ante esto, Chamorro destacó que Paraguay es un país de desigualdades y carencias, cuestiones que muchas veces también se arrastran de la propia historia del país.
Teniendo esto en cuenta, el historiador destacó que los ciudadanos vieron a la religión y la fe hacia la Virgen como un refugio ante tantos calvarios, visión que de cierto modo se sigue manteniendo hasta hoy en día, aunque con diversos cambios en términos evolutivos y socioculturales.
“La religión era, de alguna manera, lo único que paliaba todo lo que dejó la Guerra: la destrucción, la pérdida de familias enteras, pérdidas económicas. El lugar del común se centró en la iglesia y si bien la sociedad se fue reestructurando, ya quedó esa primera imagen en torno a la Virgen”, concluyó.