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Un derecho para pocos

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En Paraguay es muy común conocer a un estudiante universitario proveniente del interior del país; también es muy común escuchar y conocer los diversos obstáculos que atraviesan desde el momento en que deciden migrar, pero es mucho más común escuchar sus reclamos por los cambios que acarrea su éxodo tanto para su vida personal, como para su desenvolvimiento, ya sea por el estigma social de “campañero” que cargan, como para su sustento económico en una ciudad desconocida.

Llegó el día. Tal vez fue una decisión poco pensada, pero, eso sí, los sueños y anhelos premeditados noche tras noche, mientras su madre le repartía a ella, y a sus hermanos y sobrinos las provistas de la cena, a veces solo un cocido bien caliente, al fin estaban por cumplirse. Ella estaba muy nerviosa, se sentía privilegiada, sería la primera entre los once hermanos en acceder a una educación universitaria, sobre todo en Asunción, una ciudad caótica, pero llena de oportunidades, como la vendían los políticos en la TV.

Llegó el momento de partir, ella estaba ansiosa, pero nerviosa porque cargaba en la mochila, además de sus pocos trapos y comidas, la presión de un nuevo futuro que cambiaría radicalmente su vida y el de su familia y… ¿por qué no? el de toda su comunidad, una ciudad abatida, muy conocida en todo el país por sus constantes embates y convivencias con el grupo guerrillero Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

Ella es Zoraida Bareiro, proveniente de la ciudad de Arroyito, Concepción, quien ya está en el último año de su carrera, tras luchar con innumerables problemas que se presentaron desde que decidió migrar a Asunción. Llegó a la capital gracias a una familia que se ofreció a sustentarla durante el tiempo del cursillo; y ya logrando ingresar a la universidad, tuvo que buscar un trabajo y un lugar para vivir, tras días en busca de un sustento, logró dar con el único trabajo que la capital ofrece a las mujeres provenientes del interior: el de empleada doméstica mal pagada.

Ya dentro de la facultad, en el primer año se encuentra con un escenario nunca imaginado, entre clases que solamente se dictan en castellano en un país bilingüe, idioma que ella aún no entendía bien, hasta el cuchicheo de sus compañeros la hacían sentirse extranjera en su propio país.

“En el cursillo, yo casi no hablaba, tenía luego vergüenza de hablar en guaraní, tenía miedo de que mis compañeros se rían, muchas veces la gente que venimos del interior nos sentimos de menos. Yo no hablaba bien el castellano, e inclusive me pasaba que los profesores explicaban y yo muchas veces no entendía”, recordó Zoraida.

Manifestó que el brusco cambio de ambiente fue traumático, y que el proceso de adaptación muy difícil, que hasta ahora sigue sintiendo que no pertenece a la ciudad. Sin embargo, aseguró que a pesar de todo se siente privilegiada ya que es la única de su familia que pudo acceder a la educación universitaria. Mencionó además que muchas veces eso constituye un peso de responsabilidad ya que siente que no puede fallar, y que es el ejemplo para las generaciones futuras tanto de su familia como de su comunidad.

Una experiencia similar es la de María Eugenia Silvero, oriunda del distrito de San Juan Nepomuceno, Caazapá. La universitaria al igual que miles de jóvenes de interior tuvo que venir hasta Asunción en busca de las oportunidades que su comunidad no le brindaba. Señaló que su decisión no fue acompañada por su familia ya que siendo mujer le fue mucho más difícil hacerles entender que tenía el mismo derecho que cualquiera. “Para mí fue una batalla el hecho de que mi familia me permita salir de mi casa, entendiendo que soy mujer, si habría que elegir entre mi hermano y yo, quién sería el privilegiado que acceda a la universidad, obviamente mi hermano era el primero en la lista”.

La joven comentó que al llegar tuvo que mudarse de casa en casa. Cuestionó que al llegar no encontrará ninguna política pública para los estudiantes que llegaban del interior. “No había una residencia universitaria, no había un comedor público donde yo pueda pagar a mitad de precio y comer, como muchos tuve que vivir con mis familiares y eso que yo era una persona privilegiada que ya tenía un espacio pero igual no era muy cómodo. El cambio radical fue bastante difícil”.

Así también, otro de los “privilegiados” del interior es Juan Gómez, de Ybycuí, quién aseguró que más allá del cambio de territorio, todos los que vienen del interior el país de alguna u otra forma sufren. Mencionó que por más que uno viva con el pariente igual existe un estigma por el simple hecho de que venís del interior. “Cuando contás que sos del interior, existe un estigma de que vos no vas a hablar bien castellano o no vas a poder tal cosa, o sos de menor categoría”.

“Cuando inicié el cursillo a pesar de que yo trataba de encajar, existía una barrera, por más somos totalmente iguales, cuando vine no sabía cómo funcionaba el semáforo, cruzar la calle y muchos aspectos que marcan demasiado y es como uno carga que uno siempre lleva”.

Por otra parte, el universitario Juan Francisco Yegros, quien por cuatro años viajó todos los días desde la ciudad de Villeta hasta Sajonia con tal de seguir estudiando afirmó que el gasto era alto y que en muchas ocasiones sintió impotencia, “yo gastaba 15 a 20 mil por día entre mi pasaje, viático, copias, y por un lado está el sacrificio de esforzarse, pero muchas veces sentí una cierta impotencia, porque vengo de una familia humilde y viajar todos los días lleva muchos gastos, vivía con lo justo”.

Sin embargo afirmó que a pesar de todo lo sufrido ahora siente una satisfacción al saber que sí pudo culminar una carrera universitaria y que de a poco ya está ejerciendo la profesión que tanto ama.

 

“En el cursillo, yo casi no hablaba, tenía luego vergüenza de hablar en guaraní”. ZORAIDA BAREIRO ESTUDIANTE UNIVERSITARIO.

 

“Cuando inicié el cursillo a pesar de que yo trataba de encajar, existía una barrera”. JUAN GÓMEZ EGRESADO UNIVERSITARIO

 

“Si habría que elegir entre mi hermano y yo, obviamente mi hermano era el primero en la lista”. MARÍA SILVERO ESTUDIANTE UNIVERSITARIO

 

“Muchas veces sentí una cierta impotencia, porque viajar todos los días lleva muchos gastos”. FRANCISCO YEGROS EGRESADO UNIVERSITORIO

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.
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