Luchando el día a día, el ciudadano no tiene tiempo para atender a la lucha de dinosaurios que transcurre en las alturas. Lo que sí percibe, más por instinto que por análisis riguroso, es que salvo que la oposición logre alguna fórmula que empatice con el electorado en volumen suficiente, el país seguirá siendo gobernado por el mismo signo partidario que para mediados de 2023 habrá gobernado durante 28 de los 33 años de vida en democracia.
La guerrilla dialéctica, el intercambio de acusaciones, la mutua imputación de delitos de mayor o menor cuantía mantienen la campaña electoral en el terreno pendenciero de siempre. Los candidatos mejor aspectados para pelear la presidencia y el Congreso para el periodo 2023-2028 son tan predecibles que casi nadie les lleva el apunte. Y eso es grave, porque es con esa indiferencia, cansancio o hartazgo de la ciudadanía con la que cuenta la casta de políticos en carrera para cerrar su circuito.
Todos los contendientes, sin excepción, están cortados por la misma tijera. Dirimidas las primarias y definidos los candidatos, los adversarios de ayer son los aliados de hoy, unidos para el asalto al premio mayor, la administración del Estado, el copamiento de sus oficinas más rentables y, sobre todo, echarle el guante sin cortapisas al poder real que trae indisolublemente adherido el “business grip”, la manija de los grandes negocios. El inigualable Quino resolvió este anglicismo con una expresión de Miguelito, el amigo de Mafalda, cuando, refiriéndose al Presidente, exclamó: “¡Lo que es tener el chupetín por el palito!”.
Hoy son muchos los comensales pero pocos los que tienen silla en el banquete. Las encuestas, por muy deteriorada que esté su credibilidad, van señalando un horizonte con pocas sorpresas. Queda cada vez más claro que los colorados van a votar alineados, si fuera necesario, por el Pato Donald (copyright Luis María Argaña). En la otra vereda, se verá si los liberales van en busca de su hazaña a las bravas, a cuenta y riesgo del color propio, o intentarán nuevamente la empanada gallega que en 2018 estuvo soplándole la nuca a su adversario en peligroso acercamiento.
Pero repetimos, el ciudadano común, en su metro cuadrado cotidiano, no tiene tiempo para perderlo en disquisiciones tan retorcidas.
Espera resultados, números que pueda entender desde su bolsillo y desde sus esperanzas de un país mejor.